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El viento ondeaba la corroida bandera que yacía medio tumbada sobre el asfalto...
- Oye... No me abandones...
- Ya sabes que no. Sigo aquí por ti...

                                 ¢ † ¢

La sangre le caía por el brazo, gota a gota, cuhillo en mano.
Silencio.
Freyja en el suelo, jadeando, miraba el brillo del cuchillo atemorizada, acojonada.
Solo le tenía a él. Antes, el miedo era que él se fuera con alguna puta furcia. Ahora es que lo maten o se convierta.
Sacó un cigarrillo. Rara vez fumaba.
-Vámonos, ya hemos descansado bastante.
Le tendió su mano, esta, fuerte tiró de ella y Freyja se abalanzó y le abrazó con todas sus fuerzas.

Caminaban juntos por las calles de madrid, el viaje ha sido demasiado largo para tan poca cosa... Para... Un sitio seguro... Que quizas no lo sea. En Gijón fué una ratonera. Escaparon por los pelos. Solo sabían que en Madrid había más seguridad, que estaban más preparados, ¿estaban equivocados al ir a los puntos seguros?
Hambre, miedo...
De verdad... ¿merecia la pena?
Era... ¿Mejor estar muerto?
Sentía miedo, pero el cálido y fuerte contacto, mano con mano, los dedos, de el, entrelazados con los suyos, la hacían sentirse un poco más segura.
Su mente se acordó de una preciosa frase ya marchita por la epidemia.
"Y nada más importa..."
¿Y si... Moría ahora...? ¿A quién le iba a importar? ¿Qué iba a cambiar al futuro de la humanidad su muerte?
Nada.
¿Y por qué seguir?
¿A... El le rondarán estos pensamientos?
Aunque le tenia a el... Se sentia tan sola... No por que el no se preocupase por ella, si no por que se preocupaba demasiado. Para el, Freyja era lo más valioso del mundo, daría su vida por ella sin dudarlo. También decir que el era lo unico q tenía y desde que la conoció, pasó a ser quien coronaba su corazón.
Era demasiado sobreprotector.
Una gota la sobre saltó, la despertó de esa especie de ensoñación.
Comenzaba a llover, y, aunque antes la aborrecía ahora era como un suspiro. Un suspiro humedo y fresco.
Y si... ¿y si estaban solos, no solo en Madrid, si no en toda españa? (Por no decir en todo el mundo).
-¿Crees que estamos solos?
Una sonrisa emerje en el.
- ¿Y los grandes líderes, dónde te crees que están metidos?
- esos cabrones sí que estarán bien protegidos, nosotros en cambio, aquí en medio de esta puta infestación.
¿Qué es lo que vamos a hacer ahora?
- sinceramente no tengo ni puta idea...
Un sentimiento de soledad le ondeaba en su corazón jugueteando con su frustración.
El cansancio se apoderaba entre ambos, al igual que el hambre haciéndoles flaquear las fuerzas.

Al fondo, ruido.
Un ruido roto, de muerte viva.
Lo único que se oía era eso. Pisadas dejadas de muerte y desesperación y un extraño silencio de fondo.
La sensación era extraña.
El la tenía a ella y ella a el.
El la protegería.

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