La arena bailaba al son del viento y del sofocante calor del sol. La bola de fuego les retaba mofándose de ellos.
El mundo definitivamente estaba cambiando.
No solo era la infección lo que les atacaba, sino los cambios que la naturaleza provocaba para restaurar el cambio del clima que el ser humano trastocó durante miles de años.
«Finalmente el ser humano acabo por joderse a si mismo. Tanto egocentrismo le costó claro.»
Estaban agotados de andar sin rumbo fijo, solo buscar comida, ¿protección? Eso ya era imposible. Ni nada ni nadie se había librado. El ser humano creyó que era invencible que era intocable.
Ahora se ve lo débil que es en realidad.