23. Más voz, menos eco

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Tap-tap-tap

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Tap-tap-tap.

Repiqueteaba nervioso con el bolígrafo.

— ¡Sht! — se quejaron.

Tap-tap-tap.

— Tío, ¿puedes hacer el favor de parar de dar golpes con el puto bolígrafo? Lo próximo es que te lo clave en el ojo — gruñó Arón.

Arón y Sergio, dos compañeros de clase y jugadores de básquet, se habían unido a Cristian y a mí para estudiar juntos. Era otra vez lunes, menos mal que el día siguiente a la de pasado mañana ya era la víspera del viernes. Estábamos en la biblioteca del Instituto, un espacio que olía a cerrado y del que estaba más frecuentado por bichos que libros polvorientos.

— A ver, Cristian. Pregunta para ti. Tema cuatro, historia contemporánea — exclamó Sergio. Nos ganamos una mirada de odio de otros alumnos que también estaban allí. — Dime una colonia española del siglo XX.

Cristian se quedó en blanco. En la hora siguiente teníamos examen de Historia. Lo llevábamos terriblemente mal.

— La de Invictus de Paco Rabanne, o Nenuco — interrumpió Arón.

— Mira que eres subnormal — contestó Sergio pegando una colleja a la nuca calva de Arón. — Si es que las neuronas se te resbalaron cuando te pelaste este cabezón.

Cogí el móvil e, inconscientemente, volví a mirar el mensaje que le había enviado a Lena el jueves pasado. Había cogido su número de móvil del grupo de clase que habían creado hacía años. Desesperado, había enviado ese mensaje sin pensar, sin tener en cuenta que ella tal vez me respondería y yo me sentiría gilipollas.

Rectifico. Era gilipollas. Si es que el sentido común es como el desodorante, la gente que más lo necesita nunca lo usa.

¿Qué esperaba? ¿Qué leyera mi mente desordenada? Lena podía ser una lunática que remaba en sentido contrario que la sociedad, pero tenía claro que vidente o bruja aún no lo era.

Lo releí todo.

"¿Y ahora qué?".

"¿Ahora qué de qué? Especifica", me había contestado.

La había dejado en visto.

Confieso que maté algunos sentimientos en ese momento; fue en defensa propia. Aún recordaba el momento en que vi como Alek la sujetaba de los hombros, preocupándose por ella y reclamándola. Como ella le sonreía, de vuelta, siendo tan trasparente y única. Yo solo quise darle una ostia a Alek, alejarlo de ella. De mí. Quería dejar de sentirme reemplazado por algo que jamás fue.

Y odiaba la sensación. La sensación de un corazón resquebrajándose.

Estaba jodido.

— Noel, te toca a ti. Explica que significa la afirmación "todos somos iguales" y qué motivos tuvo el liberalismo para formularla — me preguntó Sergio.

Hasta que dejemos de ser Idiotas ✔️ | EN FÍSICO CON MATCHSTORIESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora