Me desperté con desgana. La alarma no dejaba de sonar. Alargué una mano y le di un golpe, tirando el despertador al suelo. Supliqué para mis adentros que no se hubiera roto, aunque realmente deseaba dormir algunos minutos más.
Penúltimo día de clases de la semana. Eso significaba que me tocaba geología. Tragué despacio, odiaba esa asignatura. Sí, Lena Rose tampoco soportaba algunas materias. El temario que estábamos dando era sobre la estructura, el origen y el tipos de rocas. Confirmado. Odiaba las rocas.
Me vestí con un peto amarillo que combinaba a la perfección con mi cabello anaranjado y un jersey de lana blanco. Me puse una diadema del mismo color que el peto. Tenía la mochila preparada. Bajé apresuradamente hasta la cocina, sólo me quedaban diez minutos para desayunar y salir estrepitosamente de casa antes de que Oliver comenzara a llamarme interrumpidamente.
Hoy era el día. El día dónde conocería a su primo.
— Buenos días calabacita — dijo mi madre mientras me daba un beso en la frente. Le contesté mientras me metía en la boca un cucharón de cereales con chocolate. Ella añadió: — ¡Hija! No comas con la boca abierta. ¿No te he enseñado modales?
— Perdón. — pronuncié tragándome de golpe la comida. — ¿Cuándo has llegado?
Doña Cecile se tiró en el sofá con los brazos abiertos y los ojos cerrados.
— Hace unos minutos. ¡Por fin me han dado vacaciones! — sonrió. Unas arrugas diminutas se concentraron en sus ojos.
Era preciosa.
— ¡Fenomenal! — sonreí también.
— Lena. Recuerda que el lunes que viene tienes visita al dentista. Nada de comer porquerías este fin de semana, que te van a salir caries y no estamos para gastar más dinero con empastes — suspiró Cecile.
Abrí los ojos como platos. ¿Dentistaqué? Un pinchazo de terror me recorrió vertebra por vertebra.
— ¡Mamá! No quiero ir al dentista — hice un puchero, juntando las cejas. — Además, las caries se van formando por un proceso continuo de aproximadamente cinco a diez días. Dudo que, en un fin de semana, me salga alguna.
Ella negó con la cabeza. No tenía ganas de contradecirme. Las horas interminables en el hospital la estaban agotando. Dos bolsas oscuras descansaban bajo sus ojos felinos. Ella necesitaba un poco de calma en el alma.
Me abrigué bien, cogí la mochila, le di un beso en la frente y salí de casa. El ascensor no llegaba. Fruncí el ceño. Piqué otra vez el botón. Y otra vez. Como si así fuera a ir más rápido. Finalmente, apareció, junto con unos pasos estridentes que se acallaron cuándo pararon a mi lado. Miré de reojo e, inmediatamente, quise desaparecer. Él me miraba molesto. Abrió la puerta del ascensor y me dejó pasar a mi primera, estudiando mis movimientos en todo momento.
— Buenos días, Noel — dije seca.
Él sólo sacudió la cabeza. "Recuerda que cada persona es un mundo y que no en todos los mundos hay vida inteligente" pensé.
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Hasta que dejemos de ser Idiotas ✔️ | EN FÍSICO CON MATCHSTORIES
Teen Fiction«Noel, lamento decirte que un buen cerebro vale más que un buen culo». Cuando Noel Martín (un idiota en toda regla) pierde su popularidad, no le queda más remedio que pedir ayuda a Lena Rose, la chica más rara del universo. Una comedia romántica d...