28. A veces hay que dejar ir, para poder ser

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— ¡Me quiero rascar la cabeza! — protestó Oliver.

— Es que desteñirse el pelo en tu casa no era buena idea, capullo — bufó la malhablada de Ronnie.

— Además, lo has decidido tú — me quejé yo.

Estábamos los tres en casa de Oliver quién, impulsado por un corazón roto del que nos hablaría más tarde y varios cafés de malas decisiones, se había atrevido a cambiar de look. Nos estábamos lavando las manos, pegajosas por culpa del tinte para decolorarle el cabello.

— Pareces un pollo — dijo mi amiga al final.

— Muchos pollos... Pero pollas ninguna — se lamentó Oliver rencoroso.

Esa tarde de domingo, después de haberme despedido de Noel y haberlo echado casi a patadas de mi casa, mi mejor amigo nos había enviado el mismo mensaje a Ronnie y a mí: tenemos un código 123.

Ronnie me había llamado alarmada. Ese código era la clave para gritar a los cuatro vientos problemas amorosos. Y antes de que decidiera acariciar a alguien bajo la lluvia con un cable pelado, nos presentamos en su casa. Llevamos palomitas, refrescos y un tinte de pelo que nos había pedido Oliver. "Quiero sentirme libre. Necesito un buen cambio de look" nos había dicho. Un cambio que consistía en cambiarse el color de pelo por un azul eléctrico. Pero primero le habíamos desteñido el cabello rosa chicle que llevaba, para no mezclar ambos colores. De verdad, siempre he querido leer una investigación científica sobre los cambios mentales y físicos que provoca en un cuerpo el hecho de cambiar de estilo.

Nos sentamos los tres en el sofá de su casa. Sus padres se habían ido de excursión al campo, aprovechando el buen sol que hacía. Alek también se había ido con sus padres. Ronnie cogió una revista que había encima de la mesita de cristal.

— ¿Estás mirando los horóscopos? Lee el de Escorpio — pidió a Ronnie.

— Seguro que dice que eres un intensito de la vida. ¿De qué signo es el destroza corazones? — ella aún desconocía que el ex ligue de Oliver era uno de los chicos más populares de la secundaria.

— Creo que Sagitario.

— ¿Qué te paso por la cabeza? ¡Pedazo de idiota! Es obvio que los escorpios y los sagitarios no se llevan bien.

— Sigo sin entender por qué creéis en esas memeces — pregunté incrédula.

Los dos pusieron los ojos en blanco. Fui a hablar, pero Oliver me cortó.

El horóscopo es una ilusión cultural masiva que hace creer a la gente que la posición arbitraria de una constelación al momento de su nacimiento afecta su personalidad. — me imitó. — Ya nos lo has dicho. Eres una aguafiestas.

Hasta que dejemos de ser Idiotas ✔️ | EN FÍSICO CON MATCHSTORIESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora