36. Eras, eres y serás siempre tu

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Miré la nota media que me quedaba de segundo de bachiller: un 9'4

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Miré la nota media que me quedaba de segundo de bachiller: un 9'4.

Estaba bien, pero... ¡Qué demonios! Como dirían los mal hablados de mis amigos «estaba de putísima madre».

Me senté bien en el sillón de casa de Oliver. Estábamos él, Alek y yo estudiando. Ronnie se estaba limando las uñas, que tenía tan largas que me hubieran servido de marcapáginas para los apuntes (al menos las tenía limpias). Ella era la única que no se preparaba las pruebas. Había dejado bachillerato porque quería estudiar un ciclo formativo de peluquería el año siguiente.

Era 10 de junio. Selectividad estaba a la vuelta de la esquina, y afirmar que estábamos cagados era poco para lo que realmente sentíamos. Quedaba un día para empezar las pruebas.

— ¿Qué nota os queda? Lo acaban de publicar en el espacio virtual — mis ojos se dirigieron directamente a Alek quien, con toda la parsimonia del mundo, sacó el teléfono y se puso a buscarla.

— ¡Tengo un 7'2! — Oliver levantó la mano para chocarla con la de Ronnie.

— ¡Olé mi zorra que va a triunfar siendo periodista! — exclamó ella.

— Bueno, ahora falta que Selectividad saque buena nota — contestó él.

Lo felicité. Pero yo quería saber si Alek me había superado. Como había terminado nuestra partida de ajedrez. ¿Sería él quién había hecho jaque mate? ¿O sería yo?

— ¿Qué? — no pude quedarme callada. Empezamos un duelo de miradas para ver quién lo decía antes —. ¿Qué has sacado?

— Dilo tú primera.

— ¿Por qué las matemáticas del social no maduran ya? Es hora que resuelvan sus problemas solas — lloriqueó Oliver, ajeno a la batalla que tenía yo con Alek.

Ronnie se fue a buscar unas patatas de bolsa para comérselas. «Eso se va a poner interesante» murmuró para ella misma.

— ¡He preguntado primero! — protesté al borde del colapso mental —. ¡Por el amor de la tabla periódica y las parábolas! Dilo ya, que me vas a provocar un infarto de miocardio.

— ¿Un infarto de qué? — preguntó Ronnie, sentándose otra vez con las piernas cruzadas. Oliver se colocó a su lado y cogió un puñado de patatas. Se divertían a nuestra costa.

Alek contestó por mí.

— Significa un ataque de corazón. Bueno. Está bien... — la sonrisa que se le dibujó en la cara a Alek me confirmó el resultado. Acababa de perder —. Un 9'42.

No podía ser. Se me desencajó la boca. ¿Dos malditas décimas habían marcado la diferencia? ¡Puñetas! Me levanté tan rápido que estuve a punto de tirar todos los apuntes en el suelo. Si es que era un desastre.

— Creo que por su reacción queda claro quién ha ganado — señaló Ronnie.

— ¿Quién? — preguntó Oliver con la boca llena de patatas.

Hasta que dejemos de ser Idiotas ✔️ | EN FÍSICO CON MATCHSTORIESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora