De vuelta al Mar de Nubes

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[Xingqiu fue el primero en abrir los ojos cuando el carruaje se detuvo. Había descansado bastante bien, sin ninguna pesadilla o sueño de por medio. No pudo evitar inspirar un poco el aire. Aquellos olores eran conocidos. Estaba de vuelta en su hogar de infancia, en su querida ciudad natal. De hecho, movió un poco la cortina para ver el exterior. Estaba entusiasmado por volver allí, aunque solo estuvieran de paso. El joven sonrió antes de pasar de nuevo la cortina y acercarse a Albedo]

-Mi Príncipe... Sé que quieres seguir durmiendo, pero ya hemos llegado. Es hora de que nos pongamos en marcha. [le dijo suavemente mientras le recolocaba la chaqueta. Había sido precavido esta vez y sabía que nadie vería fácilmente la piel del cuello de su marido. Menos cosas que explicar] Tenemos que bajar para ir al puerto.

[Albedo abrió los ojos lentamente. No había su intención dormirse tanto tiempo, pero el cansancio había podido con él. Tardó en asimilar lo que Xingqiu le había dicho]

-De acuerdo... Voy a agarrar la maleta. [asintió finalmente el alquimista]

[Apenas unos minutos después ya caminaban por las calles de Liyue, cargando sus maletas

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[Apenas unos minutos después ya caminaban por las calles de Liyue, cargando sus maletas. Xingqiu miraba a su alrededor con genuina felicidad, mientras que Albedo trataba de mantenerse despierto a duras penas. Cuando el escritor se dio cuenta de que su marido seguía luchando con el cansancio, decidió iniciar una conversación]

-¿Dónde guardaste el cristal que te di aquella vez? [le preguntó el peliazul. Caminaba enérgicamente, en contraste con el caballero] Ya sabes, la vez que viniste a nuestra casa por primera vez.

[Albedo frunció el ceño. Se demoró en averiguar a qué se refería]

-¿Aquel cristal especial? [Xingqiu asintió por lo que Albedo siguió hablando] Lo llevo siempre conmigo. Es extraño que no te hayas dado cuenta todavía con lo observador que eres. [bostezó un poco]

-¿Contigo? [Francamente no lo he descubierto. ¿Dónde lo ocultas el peliazul se llevó un dedo a la boca, pensando]? [lo miró con curiosidad]

-Cosí una pequeña bolsa al interior de mi chaqueta. El cristal jamás se sale de ahí por lo que no hay riesgo de que se me pierda. [el alquimista se dio una breve palmada en el pecho, cerca de su corazón] Es un recuerdo que siempre me acompaña.

-Eres todo un romántico, mi Príncipe. [se rio un poco Xingqiu. Verdaderamente no se había fijado en que la chaqueta contenía algo tan preciado] Menos mal que no se me ocurrió regalarte una piedra de mayor tamaño o te pesaría al caminar.

-Hubiera encontrado la forma de llevarla sin problema. [respondió él, bostezando otra vez. Odiaba dormir por esas cosas. Nunca eran suficientes horas de sueño, porque siempre su cuerpo le pediría más descanso] Por cierto, hay bastante gente mirándonos ¿o me lo estoy imaginando?

-No, no te lo imaginas. Hay demasiados pares de ojos que nos observan con descaro. Debido a que me fui de casa y me casé contigo pues... La gente me usa de tema de conversación.

Cristales en el FulgorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora