[NSFW] Envueltos en seda

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-¿Esto es para mí...? [preguntó Albedo, dubitativo]

[Xingqiu le había ofrecido un pijama de color malva sin dar explicaciones y Albedo no sabía muy bien a qué se debía aquello. No era un regalo que se hubiera esperado. El alquimista no solía dormir, por lo que para él ese tipo de prendas eran un tanto inútiles]

-Claro que es para ti. Klee me acompañó ayer a comprar estos dos. [dijo Xingqiu mientras tomaba un pijama de color verde en las manos] Si vas a dormir aquí, necesitarás estar lo más cómodo posible, ¿no? Además, tal vez te gusta. Si bien no es de la mejor calidad, un pijama siempre es sinónimo de un buen descanso. [el joven le dio la espalda a Albedo para quitarse la camisa de su atuendo de día para ponerse la parte superior del pijama. El alquimista pudo observar como muchas cicatrices del peliazul seguían presentes, recordando que aquellos 6 meses buscándose la vida no habían resultado sencillos] Por sugerencia de Klee, me decanté por elegir aquellos que más se asemejaran a nuestras espadas. Este recuerda a Cortador de Jade Primordial y el tuyo, ¿no se parece a esa arma que llevas? ¿La que parece tener un ojo?

-¿A Deseo Ponzoñoso? [Albedo estudió con detenimiento el pijama. Si bien no era el color exacto de la espada, no podía negar el parecido] Ciertamente tiene una tonalidad similar.

-Dale gracias a Klee por ello. [el joven miró los pantalones de su pijama y decidió que, si se los iba a poner, no iba a ser allí. Si bien Albedo lo había visto sin ropa alguna, seguía avergonzándose por esas tonterías] Supo elegir perfectamente. En mi caso, al llevar mi espada conmigo, simplemente pude observar de primera mano y seleccionar aquella prenda que más se pareciera. Cortador de Jade Primordial fue el regalo de mis padres que más aprecio. Si bien cuando fui a verte a Espinadragón casi muero de frío, no tuve ningún problema en enfrentar enemigos con esa arma.

-Muchas veces los objetos encierran simbolismo o provocan ciertos sentimientos en sus propietarios. [comentó Albedo mientras veía a Xingqiu mover los pantalones de aquel pijama verde de un lado a otro, sin saber qué hacer] ¿No te estabas poniendo esa ropa? ¿Qué es lo que te ha hecho parar? [cuestionó con sincera curiosidad]

-Eh... [Xingqiu se giró para mirar a Albedo a la cara] Siendo sincero me... Me avergüenza un poco cambiarme delante de ti.

-Hemos dormido juntos durante dos semanas. [frunció el ceño el alquimista, evidentemente confundido por los actos de Xingqiu] Y te he visto desnudo dos veces. No entiendo por qué deberías avergonzarte por cambiarte de ropa.

-Es que hoy... [Xingqiu levantó un dedo, como a punto de decir algo. Sin embargo, cambió de parecer] Sí, es una tontería. Trataré de trabajar en ello para no hacerlo en un futuro. [el escritor se dirigió a la puerta ante la mirada atenta de Albedo] Voy a salir un momento y entraré cuando termine de cambiarme de ropa.

[Albedo trató de añadir algo, pero el joven ya había abandonado la habitación. No comprendía en absoluto a qué se debía aquel súbito comportamiento. El caballero, debido tanto a su trabajo como a su pasatiempo, estaba completamente acostumbrado a ver todo tipo de cosas. El cuerpo de Xingqiu no le incomodaba. Le gustaba la figura del peliazul, aparentemente delicada, pero que no dejaba de mostrar señales de un evidente entrenamiento en artes marciales. Quizás el escritor manifestaba tal temor por las cicatrices más recientes. Si así era, Albedo se encargaría de avanzar en la elaboración del mejunje creado por Sacarosa, aquel que le aplicó a Xingqiu tras haber resultado herido en Espinadragón. Con unas ligeras modificaciones, lo más probable es que aquella sustancia pudiera hacer desaparecer cualquier tejido cicatricial]

-Ya estoy. [dijo Xingqiu apenas un rato después. Albedo no se había movido de donde estaba en todo ese tiempo] Sinceramente la tela es muy suave y me encanta. [confesó mientras se acariciaba las mangas del pijama] Prometo que merece la pena intentar llevarlo puesto. [agregó al ver que el alquimista seguía con el suyo en las manos]

Cristales en el FulgorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora