La belleza efímera

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[El sonido de los pájaros fue lo que los despertó a la mañana siguiente. A pesar de que habían elegido pasar allí la noche sobre la marcha, la casa en la que se habían quedado era acogedora. Incluso aunque las horas nocturnas fueron un tanto frías, no era nada que no pudiera arreglar un buen abrazo de un alma gemela]

-Buenos días, mi Príncipe. [fue lo que dijo Xingqiu al abrir los ojos]

[El escritor hundió el rostro en el pecho de su marido. Albedo había despertado antes que él, pero no se había movido para dejar a Xingqiu descansar. El peliazul amaba aquellas mañanas en las que tenía el privilegio de tener al caballero a su lado. Demasiadas eran las ocasiones en que Albedo se marchaba a Espinadragón y la cama se quedaba fría y vacía]

-Buenos días, Xingqiu. [dijo antes de darle un tierno beso en la cabeza] ¿Has dormido bien?

-La verdad es que sí. Este lugar me da mucha tranquilidad. [dijo sin apartar la cara del pecho del alquimista. Qué gusto daba poder hacer aquel tipo de cosas con alguien del que estaba profundamente enamorado] ¿Qué hay de ti? ¿Soñaste algo?

[Albedo envolvió a Xingqiu en un abrazo y el peliazul rio brevemente, complacido por aquel gesto. El caballero apenas soñaba pues solía pasar casi todas las noches despierto. Aun así, el escritor preguntó por si acaso. Quizás aquel día el escenario habitual cambiara]

-Curiosamente sí soñé algo. [comentó mientras sus dedos recorrían la espalda de su esposo] Soñé que estaba en el fondo del mar a tu lado. Pensaba que íbamos a ahogarnos debido a la profundidad a la que nos encontrábamos, pero me tranquilizaste diciendo que estábamos dentro de una burbuja. Sinceramente no sé de dónde sacó mi mente el hecho de que se pueda crear una burbuja lo bastante grande y resistente para eso... [Xingqiu rio otra vez al oírlo decir aquello. Albedo se preocupaba por encontrarle una explicación razonable hasta a sus sueños] En fin, estábamos recorriendo el mar de aquella forma y de repente algo brillante empezó a rodearnos. Parecía una criatura inmensa. No obstante, miramos mejor y nos dimos cuenta de que se trataba de un banco de peces con bioluminiscencia. Sé que este dato lo extraje de lo que vi cuando veníamos en barco a Inazuma, pues vitales animales pasar cerca de nuestra posición. Me pregunto de qué especie serán.

-Podemos tratar de averiguarlo también cuando vayamos a la ciudad. [Xingqiu agarró suavemente la camisa de Albedo. Quería aprovechar aquellos instantes al máximo] Así seguro que encontramos algo que hacer para los próximos días, pues entiendo que no me vas a dejar quedarme el resto del tiempo acurrucado contigo.

-Aunque me tentaría esa última opción... [esta vez fue Albedo el que se echó a reír] Considero que deberíamos aprovechar este tiempo al máximo. Explorar nuevas zonas sin duda será un agradable pasatiempo tanto para ti como para mí. Además, tienes que comprar algún libro o si no te acabarás aburriendo.

-Contigo nunca me aburro. [protestó Xingqiu]

-¿Desde cuándo te has vuelto tan cariñoso? [bromeó Albedo, pues Xingqiu no se había apartado lo más mínimo desde que se había despertado]

-Desde ahora mismo. Me gusta aprovechar el hecho de que no puedas huir a una montaña helada nada más amanecer. [otra carcajada salió de los labios del alquimista] Pero sí, debería comprar otro libro por si acaso nos toca hacer otro recorrido largo.

-Hablando de libros... ¿Deseas firmar los que has escrito? Ya que estamos en Inazuma, mucha gente querrá conocerte y hablar contigo de <<Una leyenda de espadas>>. [sugirió Albedo]

-Si no me acompañas, no pienso firmar nada. Esa saga es tanto mía como tuya. Sin tus ilustraciones, no habría conseguido ni la mitad de atención exclusivamente con mis palabras. Y como sé que te incomoda eso, no voy a organizar nada.

Cristales en el FulgorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora