La calma de la tormenta

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-Vaya, vaya. Y pensar que otra tragedia tiene que pasar en esta isla. Como si no hubiera tenido suficiente ya. [la mujer se cruzó de brazos y rio] ¿Crees que esta isla está maldita, Ei?

[Su acompañante miraba hacia delante, en dirección a aquel edificio. Cuando su amiga la había invitado a la isla Tsurumi, esperó simplemente ver la recuperación progresiva de aquel abandona lugar. No obstante, para su sorpresa, había presenciado todo aquel absurdo incidente en una pareja de humanos. En aquellos instantes, Ei se arrepentía de haber perturbado su meditación para ello]

-Esta isla fue liberada hace años de aquello que la perturbaba. No hay "maldiciones" que puedan haber provocado esto. Más bien ha sido causado por la propia imprudencia de las personas. [suspiró] ¿Por qué has querido que nos quedáramos observando, Yae?

[La aludida movió un poco la cabeza, con una amplia sonrisa en los labios. Aquello era un contraste con la escena que sucedía a pocos metros de allí. Ellas observaban a aquel joven de pelo azul llorar desconsoladamente mientras sostenía a su amante. No iban a hacer nada por ellos dos, pues no era necesario]

[Lo hecho, hecho estaba]

-El que está llorando es uno de los escritores que premió mi editorial. El que está... Bueno, ya lo ves. Ese es (o era) el ilustrador de las novelas del otro. Iban a hacer una firma de libros mañana, pero visto lo sucedido, tendrá que ser cancelada. Lo creas o no, los dibujos de esas novelas eran bellísimos. Así que, ya que los hemos encontrado, era lógico que te los enseñara para ponerte en contexto. Un día de estos te enseñaré su trabajo, Ei. Podrías leer sus libros y todo. Al fin y al cabo, tienes toda la eternidad para disfrutarlo.

 Al fin y al cabo, tienes toda la eternidad para disfrutarlo

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Fin

Cristales en el FulgorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora