Burning desire

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Me encontraba en Londres grabando un comercial para Dior, estaba muy emocionada por qué tal vez casualmente podría encontrarme con Tom mientras estaba aquí así que cuando terminé mi compromiso marqué el número que no me había atrevido a marcar en dos semanas.

Un pitido, dos pitidos, tres pitidos...

-¿Hola?- Respondió algo ronco y desorientado en su perfecto acento inglés. Es extraño, son las dos de la tarde, nadie duerme tanto.

-Hola Tom lamento si fui inoportuna, soy Harper Donovan, me encuentro en Londres y pensé que sería agradable vernos y tomar té- Se hizo un silencio sepulcral y casi incómodo.

-¡Hola Harper! Vas a matarme, pero no estoy en Londres, me encuentro en Atlanta grabando la segunda temporada de Loki.

¡Ay dios! Tragame tierra, me siento como una tonta.

-¡Ah! Entiendo y lamento si te desperté espero verte otra vez cuando regrese a Estados Unidos.

-Tengo un descanso largo la próxima semana, tal vez podemos vernos- Sugirió y pude sentirlo emocionado.

-¡Me parece perfecto! Me quedo aquí tres días más y después regreso a Los Ángeles.

-Entonces llámame a tu regreso y nos vemos, ansío hacerlo- Casi lo sentí sonreír.

-¡Me parece bien! Te llamo en tres días.

-Esperare tu llamada, hasta pronto.

-Hasta pronto- Y colgué.

Había algo de Tom que me volvía loca, pero; ¿A quién no? Era perfecto.

Regresé justo a los tres días, pero no pude llamarlo, resulta que por la cuarentena se había atrasado un poco el lanzamiento de la película que protagonizaba con Pedro y que Guillermo Del Toro dirigía, entonces pasé los siguientes días en conferencias de prensa, entrevistas y reportajes.

-Me siento muy agotada- Suspiré al tiempo que me dejaba caer en el sillón de mi camerino, estábamos en el show de Jimmy Fallon y todo el cast estaba ahí, incluso Pedro con quién las cosas se habían tornado algo incómodas desde los globos de oro.

No entendía por qué ¿Será por Tom? Estaba pensando en eso cuando tocan mi puerta y ahí estaba él, con carita de perro regañado y un ramo de peonías.

-Lo lamento- Susurra más para él que para mí.

-No entiendo que debo de perdonar- Me di la vuelta, me crucé de brazos y él entró.

-Has estado evitandome y la verdad no sé que pasó.

-¡Ni yo lo entiendo!- Me estaba alterando su actitud- Llevas semanas así, no entiendo tu actitud ni tu posición.

-Me gustas- Dice finalmente y veo como si anteriormente estuviera inflado y ahora dejara escapar todo el aire.

Lo miro confundida, no se que decir o que hacer. Él seguía sosteniendo el ramo de flores, me acerco lentamente a su dirección, tomo las flores y las dejo en la mesita del cuarto.

-Eso es obvio, si no nos gustaramos no tendríamos sexo- Lo miro compasiva.

-Claro, si, lo sé.

-¿Cuál es el problema entonces?- ladeo mi cabeza.

-Estoy muy tenso, demasiado trabajo, siento que nos arriesgamos mucho yendo a tantos compromisos con tanta gente y todos los viajes- Agarra su cabeza y tira de su hermoso pelo- Tengo miedo contagiarme o a mi familia.

Tomo su mano y lo hago sentarse en el sillón, él me mira confundido mientras sigo parada pero después me arrodillo frente a él y lentamente desabrocho su pantalón, me quedo observando su pene, no está erecto pero parece ansioso por salir de ahí.

Cosas de Tres.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora