Pasó una semana, y aquella mañana después de que Pedro se marchara a la carpintería y Tobías se fuera con las cabras a los pastos, el cartero le entregó dos cartas a Heidi cuando la vio salir de la panadería del pueblo después de intercambiar sus quesos por pan.
-Buenos días, Heidi.
-Buenos días, señor cartero.
-Tengo dos cartas procedentes de Frankfurt, una para ti y otra para tu hija. -dijo el cartero mientras se las entregaba.
Heidi sonrió, ella ya sabía de quiénes eran esas cartas.
-¡Estupendo, muchas gracias!
-Un placer, adiós Heidi.
-¡Hasta luego!
Después de eso, Heidi regresó rápidamente a casa. Nada más llegar, dejó el pan sobre la mesa de la cocina, preparó una infusión a su hija y se la llevó a la habitación. Ese día, Ana no había acompañado a su hermano a los pastos. A la muchacha le acababa de bajar el periodo y sentía muchas molestias en su vientre.
-¿Cómo sigues Anita? -preguntó Heidi mientras entraba en la habitación de su hija.
-Bueno... ahí voy... todavía me duele un poco. -dijo ella tocando su vientre.
-Te entiendo hija, el primer día es normal que duela.
-Ya...
-Tranquila, tómate esto. Estas hierbas son muy buenas para los dolores menstruales, yo siempre las tomo y me van muy bien. -dijo Heidi mientras le entregaba a su hija la infusión.
-Gracias mamá. -dijo Ana mientras cogía el vaso y se ponía a beber. -Qué fastidio, a veces me gustaría no tener el periodo...
Heidi se rió con cariño.
-Te entiendo mi vida, yo también pensaba así. Pero con el periodo, las mujeres podemos tener hijos. Gracias a eso, tú y tu hermano estáis aquí.
-Lo sé, mamá. -dijo Ana esbozando una sonrisa. -Pero en estos tres primeros años que llevo con esto aún siento que me falta acostumbrarme a ello, al principio me resultaba muy extraño. ¿A ti también te pasaba?
-La verdad es que sí, recuerdo que al principio me costó acostumbrarme también. La primera vez que lo tuve fue con 13 años, un año antes que tú, y en ese momento me asusté pensando que estaba enferma o que me iba a morir. -dijo Heidi riéndose.
Ana también se rió.
-Sí, a mí me pasó igual. ¿Recuerdas cuando corrí asustada a buscarte a la habitación aquel día?
-Sí, lo recuerdo muy bien, Anita. -dijo Heidi riéndose tiernamente.
-Me lo tuviste que explicar todo.
-Sí, tú tienes a una madre que puede explicarte todo lo que no sabes. Yo, en cambio, no tenía madre y las únicas mujeres a las que tenía cerca eran tu abuela Brígida y tu bisabuela. Acudí a ellas para que me lo explicaran y me dijeran lo que debía y no debía hacer.
-Gracias a Dios que yo sí tengo a mi madre. -dijo Ana sonriendo mientras abrazaba a Heidi. -Te quiero, mamá.
-Y yo a ti, mi vida. -dijo Heidi con otra sonrisa en su rostro.
Después de ese abrazo entre madre e hija, Heidi le entregó a Ana la carta.
-El cartero me dio esto para ti, adivina de quién puede ser.
-¡De Greta!
Heidi asintió y Ana sonrió feliz.
-¡Qué bien! Ahora mismo voy a leerla. -exclamó Ana entusiasmada. -¿Te escribió la tía Clara?
ESTÁS LEYENDO
Heidi por siempre (Libro 3)
Fanfiction[ESTA HISTORIA ES LA CONTINUACIÓN DE MIS FANFICS ''HEIDI ESTÁ CRECIENDO'' Y ''HEIDI Y SU FAMILIA''] El tiempo sigue pasando en los Alpes. Heidi es toda una mujer adulta, una dulce esposa y una cariñosa madre que vive feliz cada día de su vida al lad...