10. El balneario

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Pedro y Heidi llegaron en seguida a Ragaz, ya que estaba muy cerca de Maienfeld, y se dirigieron al balneario. El director les recibió con mucha amabilidad y les explicó las instalaciones que estaban disponibles, así como los horarios del restaurante y de las distintas actividades que se hacían. Después, ambos fueron dirigidos a la que sería su habitación durante toda una semana. Esta contaba con una cama matrimonial, unas mesitas de noche, un gran armario y un escritorio. También tenía un cuarto de baño privado, el cual incluía entre otras cosas, una gran bañera. Pedro le mostró a Heidi algunos de los muebles que él reparó. La joven los miraba bien, comprobando el gran trabajo que realizó su esposo. Después de eso, decidieron ir al restaurante para comer algo y pasaron toda la tarde disfrutando de las aguas termales del balneario, las cuales les relajaron tanto que esa noche durmieron como nunca antes.

El primer día estuvo increíble, pero el siguiente lo estaría todavía más ya que justo coincidía con el decimonoveno aniversario de boda de Pedro y Heidi. Esta vez lo celebrarían los dos solos y en un lugar tan único como el balneario de Ragaz.

Por la mañana, ambos pidieron que les trajeran el desayuno a la habitación. Después de desayunar, pasearon por los alrededores del balneario. Pedro le regaló un precioso ramo de flores y unos bombones de chocolate a Heidi y después entraron en una tienda en donde le compró el vestido que ella escogió. Heidi también quiso regalarle algo a su esposo por lo que le compró un sombrero nuevo.

Después del paseo regresaron al balneario, comieron en el restaurante y por la tarde fueron a la zona de masajes en donde quedaron totalmente relajados. En especial Pedro, quien de tanto trabajo tenía bastante tensión acumulada en su cuerpo. Posteriormente, cenaron y volvieron a la habitación.

-Cáscaras, que bien me ha venido ese masaje.

-A mí también.

De repente, uno de los trabajadores del balneario llamó a la puerta buscando a Pedro y este tuvo que ausentarse un momento.

Aprovechando que Pedro no vendría hasta pasado un buen rato, Heidi se dirigió hacia el baño. Tuvo una gran idea: darse un baño en la bañera cuando Pedro volviera. La joven la llenó de agua caliente, abrió el armario que había en el baño y cogió unos frasquitos de sales con un delicioso aroma a frutas, después las echó en la bañera. También agarró una de las flores que Pedro le regaló y echó algunos pétalos sobre el agua. Y por último, cogió unas cuantas velas aromáticas y las prendió. Era un ambiente totalmente romántico e íntimo, ideal para un baño en pareja. Heidi sonrió por el resultado, se quitó toda la ropa y agarró una bata blanca de las que ofrecía el balneario para cubrirse con ella.

A los pocos minutos, Pedro entró en la habitación y Heidi sonrió al verle.

-Ya estoy aquí. Me llamaron para un asunto del trabajo que estuve haciendo aquí. Querían felicitarme de nuevo y preguntarme si necesitábamos algo más.

-Qué amables son.

-Sí.

Heidi sonrió.

-Amor, vete al baño.

-¿Para qué? Por cierto, ¿qué haces con bata? ¿Te ibas a acostar ya?

Heidi resopló.

-¿Qué pasa? -preguntó él.

-Pedro, tú ve al baño y no preguntes más.

-Está bien, cáscaras, si te empeñas...

Pedro le hizo caso a su esposa y se dirigió al baño. Nada más abrir la puerta se quedó boquiabierto al ver lo que ella había preparado.

-¡Cáscaras! ¿Y esto?

-¿Qué te parece? -preguntó Heidi, apareciendo por detrás de él.

-¡Está increíble!

Heidi por siempre (Libro 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora