16. Noticias desde Frankfurt

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La vida y los años seguían su curso, Pedro y Heidi seguían felices con su rutina diaria, al lado de sus hijos y de sus nietos. En especial, disfrutando mucho de ver crecer y cumplir años a estos últimos.

Pero el tiempo no solo pasaba en las montañas, también transcurría en la ciudad.

En Frankfurt, Hans y Clara pasaban los días hasta arriba de trabajo. Él de viaje de negocios, y ella trabajando desde su propia casa. A veces paraba y descansaba mientras tomaba una deliciosa taza de té y algunos dulces. Otras veces aprovechaba su tiempo libre para escribirles cartas a Greta y a Heidi o releer de vez en cuando las que ellas le mandaban. Y otras veces se ponía a soñar despierta, se imaginaba lo que haría en cuanto volviera a los Alpes y se reencontrara con su familia. Últimamente, se pasaba los días pensando mucho en todo eso.

Aquella tarde, Clara había terminado de trabajar más pronto que otros días. Se levantó de su escritorio y se asomó un rato por la ventana para descansar un poco la vista. Las calles de la ciudad estaban abarrotadas de personas y se podía escuchar un bullicio constante. Clara quería algo más de tranquilidad por lo que le pidió a su cochero que la llevara cerca del río, y una vez allí dio un agradable paseo. Aquella zona era mucho más tranquila que el centro de la ciudad y que su propio barrio, uno de los más ricos de Frankfurt. Se podían ver a algunos hombres pescando en el río y a varios niños jugando en los parques de la zona. Al ver a estos, Clara no pudo evitar recordar a sus nietos, Vera y Lucas. Seguro que ellos estarían disfrutando mucho jugando y corriendo por los hermosos prados y praderas de los Alpes, todo lo contrario a esos pequeños parques de Frankfurt.

Clara deseaba pasar más tiempo con su familia, pero desgraciadamente solo podía verla cuando ella y Hans viajaban a los Alpes. Cada año que pasaba, veía que sus nietos habían crecido mucho desde el anterior y que se estaban convirtiendo en dos adorables muchachitos. También veía que Greta se veía más hermosa y llena de vida cada vez más. Clara sentía que se estaba perdiendo momentos bonitos junto a su familia y que nunca podría recuperarlos. Pensar en eso la entristecía mucho.

Mientras paseaba, Clara vio la pastelería en la que una vez su abuelita las invitó a ella y a Heidi cuando eran pequeñas. Decidió sentarse en la terraza y se tomó una taza de té y un trozo de tarta. Mientras comía, no podía evitar recordar las deliciosas tartas que su mejor amiga y consuegra, siempre hacía. La tarta que estaba tomando estaba muy rica, pero no sabía como las de Heidi. Ella siempre les ponía ese amor y cariño que tanto la caracterizaba, y Clara disfrutaba mucho cuando iba a Dörfli y comía de ellas. De repente, unas palomas aterrizaron cerca de donde Clara estaba sentada. Esta agarró unos cuantos pedacitos del bizcocho que contenía la tarta, los trituró con los dedos y se los dio para que comieran. Clara sonreía, sabía que si Heidi estuviera ahí hubiera hecho lo mismo.

Una vez que terminó de merendar, pagó la cuenta, dejó algo de propina al camarero y se marchó del lugar para regresar a casa en el coche.

Por la noche, Clara se encontraba sola en su cama, ya que Hans estaba de viaje de negocios. No podía dormir, por lo que decidió ponerse a leer algo. Pero en vez de coger un libro, cogió las últimas cartas que Greta y Heidi le habían enviado hacía un par de días y las releyó. Clara sonreía por las anécdotas que ellas le contaban, así como también por las novedades que había en Dörfli. Cuánto ansiaba estar allí. Sin darse cuenta, Clara se quedó dormida leyendo las cartas.

Semanas más tarde, Hans regresó a casa en donde pudo estar unos días descansando. Aprovechaba ese tiempo para estar junto a Clara. Juntos paseaban por Frankfurt, iban a comprar ropa, al teatro y a cenar a buenos restaurantes, e incluso Clara le pidió un día ir al bosque que había a las afueras. Pero aunque disfrutasen de todo eso, Clara sentía un gran vacío en su interior y eso se hacía notar en sus ánimos. Hans se dio cuenta de que algo le pasaba a su esposa y se preocupó por ella.

Heidi por siempre (Libro 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora