14. Por favor, déjame ir.

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La mañana acogedora bañaba de sol el cuerpo de Xie Lian, mientras que acomodaba su sombrero caminando por los caminos de la aldea puqi, hoy había salido a comprar más suministros para su hogar, llámese comida o una nueva olla de wok después de haberla quemado la última vez que cocinó.

Esta vez no trajo a Qian Lan con él, era muy temprano en la mañana y no quería levantarle, los niños deben dormir mucho al final, mientras que él y Hua Cheng solo lo hacían de vez en cuando, y meditaban más de lo que dormían. Pronto se encontró escogiendo vegetales en un puesto. Al principio escogía a base de su costumbre, pero se encontró con que hasta ahora, no había tomado pimientos verdes, después de haber pasado varias veces su mano sobre ellos. Sonrió levemente al darse cuenta de ello, no sabía que inconscientemente seguía pensando en el infante justo en ese momento.

—¡Oh, es usted maestro Xie! ¿No trae a ese niño con usted hoy? — un hombre con complexión fornida limpiaba algunas frutas y las ponía en canastas, ofreciéndole una manzana recién limpiada a Xie Lian, el cual la aceptó gustoso.

— No, le he dejado dormir por hoy. —

— Los niños crecen rápido, ¿no? En cuestión de nada se irá a seguir su camino, quizás hasta pueda ir a buscar a su madre. —

Xie Lian, que había mordido la manzana, casi se atragantó, había olvidado la historia falsa de la mujer en fuga de hace 3 años. Pero siguió examinando las palabras del hombre, no mentía en eso, los niños tarde o temprano crecen y se van, eso siempre lo ha sabido, pero ser consciente de que Qian Lan algún día se iría le dejó un mal sabor de boca.

No era nuevo que los "niños" que acogía se fueran, Ban Yue le cuidó en vida, pero esta ya era una jovencita, cuando él desapareció como General Hua, su trabajo ya estaba hecho. Lang Ying, bueno...él lo traicionó y estaba muerto, GuZi ahora estaba con Qi Rong. A lo que iba era que, no debía preocuparse por que pronto "saliera del nido" pero la idea le hacía sentir extraño. Hizo una reverencia hacía el vendedor y se retiró pensativo.

Cuando volvió al Templo Puji, se encontró con Hua Cheng (en su forma de San Lang) en el jardín, cortando algo de madera. Se acercó a este y le dió un pequeño beso en la mejilla.

— Ya he vuelto, San Lang. —

— Bienvenido a casa, Gege. — Hua Cheng besó sus labios, dedicándole una leve sonrisa para seguir cortando madera. Aún si quisiera ayudarle con su bolsa, Xie Lian era hasta mucho más fuerte que él, no había necesidad.

Xie Lian dejó los vegetales en la cocina, sacándolos de poco en poco y dejandolos en una barra junto a la cocineta de carbón, podía dejarlos ahí un rato, solo se pudrirán si se quedaban en la bolsa. Antes de moverlos de lugar, revisó hacia su espalda de reojo. No había nadie para sus sorpresa, ya se había acostumbrado a tener a Qian Lan detrás de él observándole fijamente, teniendo que cuidarse de no pisarle si se movía de lugar.

Limpió sus manos con un trapo, tentándose a irle a ver a su habitación. Antes de darse cuenta, ya estaba frente a la puerta de la habitación. Palpó por un segundo la puerta, pensando que esa habitación era un almacén que no utilizaban y que simplemente se le colocó una cama y un librero, era algo pequeña para dos personas ahí, pero para un niño de menos de 1.50 era decente, ¿deberían hacerle una nueva habitación? ¿expandir este almacén?

No pudo seguir pensando al darse cuenta que la puerta frente a él había sido corrida, dejando ver al infante que le había dejado tan pensativo en la mañana.

— ¿Dormiste bien, Qian Lan? — El menor bajo él extendió los brazos, Xie Lian tomó este gesto como que quería que le levantase, haciéndolo en el momento. Qian Lan se acurrucó entre el cuello y brazos del más alto, notándose aún adormilado.

Si bien ya hace unos dos años Qian Lan había hablado y era fluido en ello, habían momentos en el día que si pronunciaba muchas palabras, aunque no era un problema, suponían que con los años esto mejoraría, al menos ya hablaba y eso era lo importante.

— Tomaré eso como que lo hiciste. — sonrió, abrazando al menor mientras que caminaba con él encima. Si bien sus pensamientos no desaparecían, se sentía mejor sujetando al infante en sus brazos, como si eso realmente le reconfortara, era en esos momentos que los padres decían "ojalá no tuvieras que crecer". Él era un inmortal, mientras que Qian Lan no, y hasta quizás tardaría en cultivar lo suficiente para ser longevo o hasta inmortal, pero esos eran problemas del futuro.

Futuro Próspero [Hualian] ⚠ BAJO REMODELACIÓN ⚠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora