Los pájaros cantaban melodiosamente, mientra que los rayos del sol comenzaban a colarse por los ventanales del templo traviesamente, molestando sobre los ojos de un niño de pies inquietos.
Qiân Ián se había levantado demasiado temprano para haberse dormido tan tarde, pero esa era su rutina diaria. Se sentó en la cama, observando a los dos adultos con los que compartía el sitio, mirandolos un rato para luego perder el interés en estos, y buscar una forma de bajar de la cama.
Primero intentó bajar por el lado de Xie Lian sin mucho éxito, ¡este adulto dormía demasiado recto! Tendría que pasarle encima si quería bajar por su lado. Luego miró a Hua Cheng, el había doblado un poco su pierna hacia dentro, dejando un pequeño espacio por el cual, según en su lógica, podría pasar, ¡y eso estaba bien para el!
Se acercó gateando hacia la esquina, listo para bajar, pero su plan infalible ya tenía una falla, si pasaba por ahí, le daría un empujón al adulto, y el no quería despertarle. Intentó bajar lo más lento posible, pero tambaleándose en el proceso y perdiendo el equilibrio.
La cama no era una superficie muy alta, pero para un niño de 5 años era algo doloroso caer de cualquier lado. Esperando un golpe seco contra el suelo cerró sus ojos, pero ese golpe nunca llegó, y ahora su torso era sostenido unas firmes y frías manos, ¡El Gege rojo estaba despierto!
Hua Cheng llevaba desde hace unas horas despierto, era un fantasma al final, y aunque si llegó a dormitar no era por el cansancio, si no más bien por el aburrimiento.
— Si tantos querías bajar, me hubieras despertado. — mencionó el de parche, sentándose junto al niño en la cama.
Qiân Ián jugó con sus mangas un poco, intentando ocultar su vergüenza. Muchas veces le habían dicho que no debía ser tan inútil (claramente se firma errónea y cruel) como para que un adulto tuviera que sacarle de un aprieto, así que estaba evitando mirar a los ojos al de túnicas rojas.
— Supongo que debes tener hambre, y no quiero despertar a Gege aún. Acompañame. —se levantó, y nada más lo hizo depositó un pequeño beso en la comisura de los labios de de Xie Lian, sonriendo de una forma leve pero dulce después de hacerlo.
Qiân Ián cubrió su rostro con vergüenza, ¡esa era una muestra de afecto muy dulce! ¡Y muy adulteria! Además de muy nuevo para el. Pero nada más escuchó pasos alejándose, recordó que Hua Cheng le había dicho que le siguiera, y así lo hizo.
Habían vuelto a la cocina de ayer, y en lo que Qiân Ián llegó, Hua Cheng había colocado unos libros en una silla, nada más le divisó, lo tomó en brazos y sentó en aquella silla, dejándolo a la altura perfecta para poder ver lo que habría en la mesa próximamente.
El rey fantasma había comenzado a preparar arroz por un lado, mientras que cerraba una olla de Bamboo por el otro, y de esta salía mucho vapor blanco, como un olor indescriptiblemente atractivo.
La boca del infante se hizo agua al instante, ¡con solo solo pensar en arroz su barriga rugia con más furia! Pero obviamente Qiân Ián sería paciente, una buena comida no debía ser apresurada, además de que no sabía cuando volvería a probarla.
Después de unos largos y que parecían eternos minutos, Hua Cheng sirvió en un plato hondo y pequeños una cucharada sopera de arroz blanco. Después de acercar el arroz a la mesa, abrió la tapa de la olla de Bamboo, dejando escapar una gran bocanada de vapor; dentro de esa olla habían unos cuantos bollos humeantes y frescos.
Acercó los dos platos al infante, para que un pequeño lapso de tiempo después, acercarle una taza con té. El infante no creía lo que veía, miraba al adulto y luego a la comida múltiples veces, casi gritándole al mundo con su expresión: ¿de verdad esto es para mi?
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Futuro Próspero [Hualian] ⚠ BAJO REMODELACIÓN ⚠
Hayran Kurgu- "Mi madre volverá, no es así?" Un pequeño niño había aparecido frente las puertas del majestuoso Templo Puji, estaba sucio, con ropas rotas y una venda cubriendo su frente enredándose en sus asperos y sucios cabellos. Ahora, ¿quién cuidaría de ese...