Capítulo Ocho.

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⚠️: Este capítulo contiene escenas fuertes y descripción explícita, que para algunas personas puede no ser agradable de leer.

¡Uh oh! Ahí viene la po-po
Mucho asesinato...

Su cabeza daba vueltas y con experimentada facilidad mantenía sus pies estables sobre el suelo, quizás se tambaleaba solo un poco, a veces se sentía como si estuviera flotando suavemente y otras se sentía tan liviano, igual que una pluma. Su vista estaba borrosa, cada cierto tiempo se desenfocaba sin poder controlarlo y el sonido... Todo se oía a la lejanía acoplado, aunque luego de un tiempo el sonido era tan cercano que podía escuchar hasta el pequeño golpe de un alfiler contra el piso. Su olfato era definido, era mejor que el de un perro y en definitiva, era un perro leal.

Sanzu Haruchiyo avanzaba por el pasillo con una sonrisa radiante pintada en el rostro, su equilibrio se debía a que tanto tiempo sumergido en las drogas, se había acostumbrado. En el bolsillo izquierdo de su elegante prenda de vestir guardaba un arma de fuego con silenciador que le podría servir, mientras que en su cinturón, un arma blanca se refugiaba. Eran su fiel compañía, solía matar a los traidores de Bonten en un santiamén y bueno, mataba por diversión generalmente.

Iba de camino a un mandado que le había entregado su superior, al cual adoraba y por supuesto no tenía problema alguno con sacrificar su vida si era necesario para satisfacer su necesidad. Haría lo que fuera por él y honestamente, una muerte más o una muerte menos, en el mundo todos los días seguía apareciendo gente que reemplazaría a la que desapareció.

— Oh, ahí estás... —Observó a través de la ventana con sigilo por el costado inferior, estaba drogado, no era un idiota. La chica de cabellera castaña caminaba desinteresadamente dentro del departamento mientras ordenaba algunas cosas en su interior, desaparecía de su campo de visión hacia la derecha y hacia la izquierda. De pronto se detuvo, revisando su celular como si estuviera afligida por algo y en efecto, su prometido se encontraba secuestrado por su organización criminal.

Sin esperar mucho más, tocó la puerta y de inmediato Hinata se acercó para abrir rápidamente, al hacerlo, su ceño se frunció observando al hombre que nulas veces había visto antes y era un completo desconocido para ella. Le iba a preguntar qué necesitaba extrañada, un tipo con esa apariencia no estaba en busca de dinero o algo por el estilo, tampoco parecía proclamar alguna religión y más que nada inspiraba miedo, no comprendía el motivo de su sonrisa tan... Macabra. En el instante que abrió la puerta, su sentencia de muerte se encontraba firmada y no merecía morir de manera tan despiadada.

En un movimiento preciso, Sanzu enterró la navaja que llevaba guardada en el bolsillo en su abdomen hasta el fondo, cubriendo la boca de la chica en un intento de reprimir sus gritos desesperados de dolor. La empujó hacia atrás, mientras que su mano se encargaba de girar el arma blanca hacia ambos lados con brusquedad en búsqueda de una profundidad adecuada en la que su interior quedara completamente destruido y así fue, en pocos segundos sus órganos habían sido devastados con brutalidad. La sangre escurría como cascada desde aquel agujero tan grande, ensuciando el suelo, la mano y la ropa del asesino de cabello rosado. La mujer se intentó aferrar a su cuerpo en un intento inútil de detener su accionar y ni siquiera tuvo la oportunidad de decir unas últimas palabras, aunque quería hacerlo y siguió forcejeando para que se le permitiera hablar, pero lo único que obtuvo por parte del hombre fue un disparo a la altura del mentón que acabó con su vida de manera instantánea y salpicó aquel líquido escarlata hasta el techo del departamento.

Arrojó con fuerza el cuerpo sin vida hacia atrás, haciendo una risa absolutamente terrorífica y se retiró de la escena del crimen con tranquilidad, limpiando su mano contra la tela de su pantalón y miró hacia ambos lados antes de seguir avanzando, como suponía no había nadie. Había desactivado las cámaras de seguridad en la mañana, todos los residentes cercanos estaba trabajando y la policía jamás sabría nada sobre él. No habría justicia por ella, nadie vio, nadie escuchó ni nadie supo quién realizó el asesinato.

— Lo siento, Tachibana. Eras un estorbo para la relación de nuestro rey con Hanagaki. Ahora iré en busca de tu hermano.

El consumo de drogas produce cambios neuroquímicos y funcionales permanentes en el cerebro de los adictos. Causa problemas de motivación, en la memoria y el control cognitivo. Las alteraciones del humor son frecuentes con el consumo de cualquier droga. No solamente a largo plazo, sino también a corto plazo, lo cual significa que una persona puede pasar de estar relajada a sentirse irritada y agresiva de manera fugaz. A largo plazo, la personalidad de muchas personas puede verse alterada con el consumo de sustancias psicoactivas y debido a esto, estamos en presencia de un ser humano con tendencias sociópaticas en potencia.

En poco tiempo, se encontraba siguiendo el vehículo de Naoto Tachibana.

Sanzu ya conocía su recorrido normal, puesto que hace varias semanas llevaba anotando de manera mental sus patrones de movimiento según lo que había recibido de sus informantes. No es que este fuera un intento de asesinato, él estaba decidido a matarlo, mucho antes de que Hanagaki apareciera en el mapa. Algo como el resentimiento y la empatía no iban de la mano con su persona, no conocía muy bien esas palabras, al menos no en el estado que se encontraba. Y mucho menos cuando estábamos frente a uno de los mejores policías de Tokio, quién seguía los pasos de Bonten desde cerca y después de todo -agregando a esto- su hermana no existía más, debía deshacerse de todo lo relacionado con ella.

Cuando el hombre de cabello oscuro hizo una parada para contestar el celular y descendió del vehículo para hablar más cómodamente o quién sabe qué, el de cabello rosado hizo lo mismo con extrema naturalidad.

Pero no se acercó mucho más a él, se limitó a levantar el arma de fuego con puntería admirable para permitirse presionar el gatillo hacia su pecho y así lo hizo, en segundos el hombre se encontraba sujeto a la puerta con debilidad ya que un agujero atravesaba su pecho aunque no había tocado ni pasado cerca del órgano más importante. Sin embargo, un grito desgarrador escapó de los labios del castaño oscuro bajo el intento de teclear algo desconocido en su celular como podía mientras abundante sangre brotaba desde la perforación y lamentablemente, antes de enviar el mensaje de texto, un nuevo balazo irrumpió contra su cráneo para hacer contacto directo con su cerebro y su vista se tornó negra, ahí había acabado su existencia.

La calle tampoco contaba con cámaras de seguridad activas, de hecho, se había detenido en un punto ciego entre las mismas. Irónicamente, una vez cometido el crimen el chico se acercó unos metros para disparar nuevamente sobre sus dientes, destruyéndolos y agarró el teléfono móvil del cuerpo sin vida que reposaba a su lado, eliminando letra por letra lo que había escrito con macabra tranquilidad.

Llamó a la ambulancia anónimamente, regresó a su carro para continuar con el recorrido y miró a través del retrovisor, viendo a lo lejos como se acercaban un par de patrullas policiales y continuó por la carretera como si nada hubiera ocurrido, abriendo un bote lleno de píldoras bicolor. De inmediato, sus manos expertas sacaron dos para colocarlas sobre su lengua y dejó caer sus párpados mientras reposaba su cabeza hacia atrás, ignorando en totalidad que iba conduciendo y que su vida -y otras- corrían riesgo.

— ¿Está orgulloso de mí, señor? Soy un perro muy útil.

La historia había cambiado nuevamente.

Aún así, Takemichi no estaría enterado de esto... No en un largo tiempo.

Notita de la autora:

El próximo capítulo se viene interesante e.e, así que no olviden votar para ver la sorpresa que les tengo.

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