Capítulo Siete.

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No quiero pensar en ti
Estoy tan jodido, todo lo que quiero eres tú


— Me gustan estas vistas, porque todo lo que alcanzo con la mirada nos pertenece. Me pertenece. —Una sonrisa amplia decoraba su pálido rostro, desviando su mirada hasta el chico de cabello negro que todavía no había hablado con él. Llevaban una hora en completo silencio y no le incomodaba ya que solía estar sumido en la soledad, pero le gustaría saber qué pasaba por su cabeza.

Abandonó su ubicación, dirigiéndose hasta un pequeño bar que había en la habitación, la cual ocupaba gran parte del piso. Sacó desde un mueble de madera detalladamente decorado un par de vasos, buscando con la mirada una botella de alcohol que estaba seguro le agradaría al contrario. Vertió el contenido en el interior de los mismos, llenando un poco más de la mitad con un coñac costoso que había conseguido Sanzu hace algunos días.

— Aquí tienes. —Mencionó una vez se encontró a su lado, entregando el vaso a Hanagaki con una pequeña sonrisita, como si algo le estuviera causando risa.— Tranquilo, si quisiera matarte ya lo hubiera hecho.

El chico observó el vaso atentamente, recibiéndolo luego de un par de segundos de meditación en las consecuencias que aquello podía traer. Nunca había sido de una resistencia buena cuando de alcohol se trataba, solía caer rápidamente y se dejaba en ridículo a sí mismo con facilidad. Pero ahora estaba solo con Mikey y tenía razón, de querer matarlo ya lo habría hecho... Sin embargo, seguía desconcertado gracias al suceso anterior.

— ¿Por qué lo mataste? —Cuestionó al fin, rompiendo la brecha silenciosa que él mismo había instaurado hace tiempo. Había estado muy asustado y aterrado con anterioridad, aunque con dificultad comprendió que así eran las cosas ahora.

— ¿Por qué debería importarte a ti algo como eso? No es relevante, tampoco me atraparan. —Se encogió de hombros el peliblanco, llevando el vaso hasta su boca para beber su contenido con lentitud, percibiendo el sabor amargo y fuerte consumir desde su lengua hasta expandirse por el interior de su pecho.

— Es curiosidad...

— Era una molestia para Bonten y para mí.

— N-No debía morir así tampoco. —Musitó débilmente, sin mirar a Mikey al hablar dado su nerviosismo y bebió de su vaso, haciendo inevitablemente un gesto de desagrado con el rostro.

— ¿Tú crees...? —Dejó caer su cuerpo a un costado de Takemichi con suavidad para no derramar el líquido que llevaba en la mano sobre el sofá, de ser otra persona ya le habría volado los dientes de un golpe por entrometerse.— Se lo merecía.

— Pero quizás existen otras maneras de arreglar las cosas, ¿no?

— No lo creo.

Y surgió un cómodo silencio, al menos así lo consideró el peliblanco.

Luego de algunos minutos, el vaso de ambos se encontraba completamente vacío.

¿Qué podía salir mal?

Las mejillas del pelinegro estaban teñidas de color carmesí como efecto al consumo de una bebida alcohólica tan potente. Se sentía mejor por alguna razón, la carga mental que había quedado luego de ver el asesinato a sangre fría de ese hombre ya no parecía ser tan grave. Quizás si seguía bebiendo, olvidaría todo lo que atormentaba su conciencia y solo se dedicaría a disfrutar el momento junto al de cabello blanco.

Similar se sentía Mikey luego de su cuatro vaso.

De pronto, una risa suave escapó de sus labios sin sentido aparente y miró al chico que estaba a su lado con una sonrisa, invadiendo los pensamientos de Hanagaki con una imagen del peliblanco en su adolescencia. Ese chico de estatura baja con un peinado único y distintivo, que se molestaba si su comida a la hora del almuerzo no era la favorita, ese que dormía en la espalda de Draken, ese que jugaba a la pelota junto a sus amigos y ese líder inigualable que tuvo la grandiosa Tokyo Manji.

B A D • Mikey x Takemichi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora