Capítulo 4

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CRIS

Sigo sentada en mi sitio correspondiente en la mesa del comedor. Después de esta gran discusión no sé qué hacer, me he quedado perpleja; tanto por el tortazo que mi padre le ha dado a Alex como el valor que ha tenido ésta de gritarle todo eso de sopetón.

No sé realmente cómo lo ha hecho. Yo ni aunque me enfadara muchísimo sería capaz de haberle contestado, de haberle dicho todo eso.

Y encima a mi padre, que no tiene paciencia alguna y no soporta ni la más mínima falta de educación.

Además, también hay que incluir que desde que mi madre murió ha cambiando muchísimo, la verdad; y da la impresión de que ya no nos escucha.

Empiezo a creer en las sospechas de Alex, porque no es normal que así porque sí cambie mi padre. A lo mejor al final resulta que tiene razón ella, y Claudia esté cambiándolo.

Mientras reflexiono interiormente observo el panorama. Claudia está intentando tranquilizar a mi padre acariciándole la espalda, pero él le aparta la mano rápidamente. No para de resoplar, se le nota mosqueado.

Ahora mismo me da miedo cómo puede reaccionar, porque se ha levantado de la mesa y no sé qué puede pasar; si va a ir al cuarto de Alex, si va a romper algo o si va a empezar a gritarme.

No sé siquiera si decir algo, porque de un momento a otro puede empeorar más la situación.

Mi padre no para de ir a un lado a otro, y no parece contento. Tras dar unas cuantas vueltas se va y se dirige a la entrada de la casa. La casa tiembla y lo único que se oye es un enorme portazo.

Claudia y yo seguimos en la mesa sentadas y sin dirigirnos la palabra. Mi mirada está anclada en el plato de sopa, pero mi apetito se ha desvanecido. Paso de seguir aquí sentada sin hacer nada con esta tía, y decido ir a ver cómo está Alex.

Subo rápidamente las escaleras y giro a la derecha. Me topo con la puerta de mi hermana, y también tengo miedo a llamar. Primero dudo, pero luego me decido y llamo cuidadosamente.

Giro el pomo de la puerta y entro en la cueva de Alex, donde pasa la mayor parte del tiempo.

De fondo tiene música puesta, la cual no me entretengo a escuchar. Supongo que será de sus grupos favoritos, los cuales están en mil pósters que decoran la pared y son lo único que por el momento da color y alegría al cuarto.

Me la encuentro tumbada en la cama con la cabeza hacia abajo, llorando sobre la almohada. Tiene el rimel corrido y la respiración entrecortada. Está totalmente inmersa en sus pensamientos, pues no se da cuenta de que estoy allí hasta que me siento a su lado.

Me mira con una sonrisa forzada y, sin esperarlo, me da un abrazo, el cual le correspondo.

- Oye... ¿estás bien? - pregunto.

- Pff, ¿tú qué crees?

- Ya... bueno, Alex; olvídalo. Papá a veces es muy impulsivo, y esta vez, la verdad es que yo tampoco me esperaba que acabara todo esto así... pero llorando no vas a solucionar nada.

- ¿Cómo? - me pregunta con un tono ofendido.

- Alex, sólo digo que...

- Vamos a ver, ¿tú eres consciente de lo que acaba de pasar? - me interrumpe y sigue - ¿Es que no lo ves? No me quiere. Lo único de lo que habla él conmigo; bueno, y ni siquiera hablar, sino pelear, es sobre el tema académico.

- Alex, no es por ti, sino - intento hablar.

- ¿QUE NO ES POR MÍ? - explota - Mira, Cris, tú no lo entenderías; tú siempre lo haces todo bien y no tienes que discutir con papá. En cambio yo soy un desastre, ¿vale? Sí, lo soy, pero no por ello tiene que tratarme así. Encima tú lo defiendes, aun viendo cómo está cambiando. Sabes que antes papá no era así, no hasta que llegó la guarra esa.

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