Capítulo 5

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ALEX

En cuanto Cris salió de mi habitación, volví a ensimismarme en mis pensamientos; por supuesto, todos negativos. Si ya soy pesimista de por sí, cuando me ocurre algo que daña mis sentimientos es que soy la depresión en persona.

Dejé de llorar hará cuestión de unos 15 ó 20 minutos, en cambio el dolor de cabeza sigue presente. Me he dado cuenta de que no me sirve de nada llorar si no voy a conseguir cambiar la situación, pero claro, es imposible despejar así porque sí todos los pensamientos que me nublan la mente.

De repente, un hilo de música me hace recordar que tenía el reproductor del móvil puesto; así que decido subir el volumen de la música y bajar el de los problemas. Desconecto de todo y me relajo en mi cama escuchando la letra de la canción que inunda mi habitación.

Oh. "Ready to run". Adoro esta canción. En realidad me encantan todas las canciones de One Direction, puesto que es mi grupo de música favorito, pero esta canción tiene algo que me hace estremecerme con sólo escuchar su melodía.

A medida que voy sumergiéndome en la letra de la canción, se me van quedando algunas frases que me llaman la atención.

"There will always be the kind to criticize but I know, yes I know, I'll be alright"

"This time I'm ready to run, escape from the city and follow the sun"

"Cause I wanna be free, and I wanna be loved, I will never look back now I'm ready to run"

¿Y si realmente la canción me estuviera dando la solución al problema? ¿Y si mi destino fuera abandonar esta vida y empezar una nueva? Una nueva... Lejos de aquí.

Hay una parte de mí que sabe que esto es demasiado precipitado pero hay otra parte que no duda en hacerlo.

No paro de repetirme a mí misma que en otro país seguro que tendría una vida mejor y que no tendría a mi padre encima día sí y día también, ya que tal y como están las cosas con él, no quiero verle ni en pintura. Otro punto a favor, y sin duda el mejor de todos, es que no tendría que aguantar a Claudia nunca más. Por favor, ¿dónde tengo que firmar para poder vivir así?

Lo que quizás me echa un poco para atrás es mi hermana. Ella es la única en esta casa que me entiende, me escucha, y se esfuerza por ayudarme. A ella sí que la echaría de menos.

En ese momento se me vino a la cabeza la situación transcurrida durante la cena: la bofetada de mi padre, la expresión triunfal de Claudia, la cara de horror de mi hermana...

Sin más preámbulos me levanto de la cama y saco de debajo de ella mi maleta. Sé que me costará vivir sin mi hermana pero en el peor de los casos siempre podremos usar el Skype.

Abro la maleta, la cual es bastante grande, y comienzo a guardar prácticamente todo lo que me encuentro por mi habitación. Vacío por completo los armarios. Cojo toda mi ropa, zapatos, maquillaje, neceser, pasaporte, portátil, auriculares, CDs y por supuesto, mi móvil.

Una vez tengo la maleta hecha viene el gran problema: cerrarla. Me sitúo encima de ella como si de una silla se tratase y empiezo a presionar hacia abajo mientras agarro la cremallera con gran intensidad. Después de varios minutos, y varias gotas de sudor resbalando por mi frente, consigo cerrarla.

Recorro toda mi habitación con la mirada para ver si se me olvidaba algo y de repente fijo un objetivo: mi hucha. Llevo ahorrando dinero desde que hice la comunión, pues mi madre me lo aconsejaba por si acaso en un futuro lo necesitaba para algún caso importante; y sin duda, este es el caso.

Le quito el tapón a mi hucha de vaca y comienzo a sacar el dinero. Madre mía. Si que han pasado años desde mi comunión. No pensé que había podido ahorrar tanto.

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