Capítulo 8

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CRIS

Han pasado tres semanas y todavía no hay rastro de Alex.

No contesta a las llamadas, ni a los mensajes, y no sé cómo identificarla. Es mi hermana y, aunque muchas veces sea un coñazo, la quiero mucho, y su ausencia es notoria. La echo de menos.

Desde que se fue, ya nada es lo mismo. Antes había ambiente en la casa, y un constante ruido, pero ahora parece que vivo en una casa fantasma en la que reina el silencio.

Bueno, no del todo.

Aunque Alex se haya marchado, para Claudia todo sigue igual que siempre. Piensa que es la reina de la casa y puede hacer lo que quiera, además de tratar a mi padre como un esclavo a su disposición las 24 horas del día. No sé cómo él no sé da cuenta de lo suciamente perversa que es y cómo lo controla.

A mí también ha intentado manejarme más de una vez, pero eso sí que no. Puede que en el colegio no sea la más extrovertida y no tenga muchos amigos, pero eso no me quita mi orgullo, y menos ante una tipa como ésta.

Para mí Claudia es una ficha del tablero que eliminar. Antes realmente me alegraba porque papá hubiera encontrado a alguien con quien ser feliz. Pero ahora me doy cuenta de la verdadera Claudia. No pienso consentirle ni una, y mucho menos voy a dejar que me diga qué debo hacer y qué no; no es nadie para darme órdenes.

Como iba diciendo, el ambiente en casa es asquerosamente repetitivo. Lo único que puedo hacer ahora en vacaciones es leer, escuchar música y dibujar mientras de fondo se oyen unos constantes gritos provenientes de la víbora esa.

Sólo sabe quejarse o pedir cosas como una niña encaprichada, y siempre con ese tono infantil. Es ridícula, no sabe hacer nada por sí misma salvo gritar, que se le da de maravilla.

De verdad, no entiendo cómo mi padre ha podido rebajar el listón tanto. Mi madre era fantástica, y esta tía... bueno, lo único que tendrá bien serán las tetas, y a lo mejor ni eso, seguro que está operada.

No tiene ni punto de comparación con mamá. Ella era tan buena persona y tan cariñosa... Siempre nos ayudaba a todos, era interesante, podía hablar con ella de todo, era mi confidente, además de Alex.

Y ahora no tengo a ninguna...

Mi padre por otra parte, también está preocupado. Desde que le solté la gran noticia, no para de intentar buscar a Alex. Hemos contactado varias veces con la policía, pero por ahora, no encuentran nada. Solamente se sabe que cogió un avión hacia América, pero no se sabe el destino porque se borró el historial de vuelos del día.

Realmente no sé qué más podrán hacer, pero, no sé... tengo esperanza de encontrarla pronto y volver a la vida corriente.

Mientras sigo haciendo un análisis mental de la actual situación, me encuentro sentada en mi silla, frente a mi escritorio, con vistas a la calle. Hace un sol espléndido, mas hace fresco para salir. Miro al reloj instintivamente y observo que son las 20:15. Sí, además, es tarde, así que me quedo en la misma posición, con un chaleco gordito y grande y enroscada sobre mí.

No paro de oír gritos provenientes de la cocina. Ya está otra vez Claudia protestando. No puedo evitar interesarme por qué puede haber sucedido esta vez, así que me levanto de mi sitio y me sitúo junto a la escalera, ocultándome, teniendo acceso a la conversación.

De repente consigo oír mencionar mi nombre y me adentro en la conversación...

- Cris es mi hija, tienes que comprenderlo -dice mi padre.

- Ya cari pero, a ver, la otra se ha marchado, y a lo mejor ésta se siente sola...

- ¿Cómo que "ésta" y "la otra"? Se llaman Cris y Alex -vuelve a intervenir mi padre con cierto tono molesto, y apuesto que también con una mueca de asco.

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