capitulo 31

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Cap. 31.

-te dije que te convenía todo esto- hablé burlona, ganándome una mirada recriminatoria- no me veas así, sabes que tengo razón.

-ese no es motivo para que me lo restriegues en la cara.

-lo sé, pero es bueno recordar los buenos momentos, ¿no? - rodó los ojos ya muy arto del asunto- relájate, wey, estoy jugando ¿quieres las enchiladas con crema?

Habían pasado poco más de un año desde que se firmó mi tratado, los beneficios en los países pobres ya se empiezan a preciar, no es algo muy notorio, pues todos los problemas no se resuelven en tan poco tiempo, pero el cambio ya se empieza a ver, un claro ejemplo es Corea del norte.

Hicimos creer a todos que él era quien ayudaba a un país, pues al señor le pegaba muy fuerte en su orgullo el que otros supieran que tiene problemas, cosa que ni yo sabía, pues él nunca me había hablado de eso. Soy yo quien lo está ayudando, su hermano ayuda a Uzbekistán, pero decimos que es Norte quien lo hace, así de buenos somos.

Poco a poco hemos logrado mejorar la economía de su país, lo malo es que los problemas vienen, mayormente, desde su gobierno, así que arreglar todo está resultando mucho más difícil de lo que pensé.

-con crema- me contestó desde la mesa donde se encontraba sentado.

Durante el último año ha pasado mucho tiempo conmigo en mi territorio, casi siempre estamos pensando en estrategias para mejorar su país y hacer algo con su gobierno, paro también hay veces en las que simplemente nos relajamos y nos volvemos los viejos amigos que somos, reímos y salimos a divertirnos.

No sé en qué momento mi hielito se volvió mi confidente, pero lo hizo. Es el único que sabe del desmadre que traigo con el ruso, es quien me apoyó en los momentos en los que me derrumbé, pues superar una traición así no es fácil; también es quien me empuja cuando quiero rendirme. Se ha vuelto mi mayor soporte y con el único que puedo ser honesta.

Aunque no del todo. Nunca más del todo.

-ten, sin salsa porque le pican al señorito- digo, dándole el plato con la comida.

Me siento frente a él y comienzo a comer, pero corea no lo hace, solo se le queda viendo fijamente, como si las enchiladas tuvieran la respuesta del universo. Estoy a punto de preguntarle si está bien cuando habla.

-gracias- farfulla tan bajito que apenas lo alcanzo a escuchar, tanto fue que hasta creí haber escuchado mal, pero siguió hablando, confirmando que sí había sido real- gracias por todo lo que has hecho por mí y mi territorio, ahora mi deuda es mayor.

Si me hubiera puesto a pensar en las cosas él me podría decir, esas palabras ni siquiera habrían pasado por mi mente. Nunca imaginé escucharlo darme las gracias, pues las palabras más amables que me ha dicho son, no está tan mal o podría ser peor.

Una risita sale de mis labios, en cuanto me escucha, levanta la vista notablemente enojado.

- ¿qué es tan gracioso?

-es que lo dijiste como si te doliera, wey- reí un poco más fuerte- siempre pensé que te vería bailar caballito dorado antes de que me dijeras algo así de amable- me sobo la pansa, pues empecé a sentir un ligero dolor. Logro calmarme y vuelvo a hablar- pero no tienes que dar las gracias, corea, para eso estamos.

Me da una sonrisa honesta y pura, la única de ese tipo que le he visto desde hace años.

-eres mi luz, México, eres quien me inspira a seguir y a ser mejor, no sé qué sería de mí sin ti.

-tú también eres importante para mí, hielito- le contesto- pero ya come que se van a enfriar.

Pasaron unos minutos de tranquilidad en los que comíamos en silencio, solo con música de fondo. Mi celular suena notificándome un mensaje, de manera distraída lo tomo y veo de quien se trata, haciéndome girar los ojos.

FusionadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora