capitulo 26

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Cap. 26

Llegamos a mi país a la 1 de la tarde. Mi gente nos recibió cálidamente, todos nos felicitaban y nos daban buenos deseos.

Muchos se acercaban y nos pedían fotos, sobre todo al ruso, quien, parece ser, se robó el corazón de los míos.

Habíamos llegado a la 1 de la tarde, pero para cuando pudimos llegar a mi casa, ya habían pasado más de 2 horas.

Estuvimos en mi territorio solo dos días, todo el tiempo salimos a la calle y dejamos que mi gente nos viera juntos. Para el final del segundo día las aguas ya estaban más calmadas, las personas ya no se acercaban tanto, ya se empezaban a acostumbrar a vernos juntos.

Cuando ONU se creó una de las primeras reglas que estableció fue que todos los países gozáramos del privilegio de la privacidad. Antes de eso nuestra gente nos acosaba, nos perseguía, hasta hubo casos en los que violentaban a sus representaciones, porque nos acusaba de ser los culpables de todas las desgracias del país. En consecuencia, muchos, por no decir todos, sufríamos diferentes enfermedades, como depresión, paranoia, toc, anorexia, etc.

Está demás decir que esto pasaba a afectar al país, creando un círculo vicioso en el que todos salíamos muy afectados.

Si el país está mal, el representante también lo estará, y a la viceversa. Cuando la organización estableció esa ley muchas personas se molestaron, pero muchas más nos apoyaron. Así que ahora nuestras vidas personales son privadas, a menos que nosotros mismos expongamos algo. Por ello ahora hay tanto revuelo.

Pero, como en todo, todavía hay uno que otro pendejo que le gusta andar mamando, afortunadamente la ley es muy estricta en esos casos y no tardan mucho en encontrar y castigar a los acosadores.

Nos fuimos a su territorio en la madrugada del 21 y llegamos en la tarde del 22.

Fue un poco más de lo mismo.

Su gente nos recibió con una gran alegría, la diferencia fue que todo era mucho más tranquilo y silencioso en comparación al desmadre que se hizo en mi país.

"-no mames, tu gente es muy tranquila, nada que ver con la mía- dije a lo que Rus asintió.

-es por eso que tú y yo encajamos tan bien- me respondió- mis habitantes necesitan más extroversión en sus vidas, y los tuyos necesitan más tranquilidad."

Cuanta boca en su verdad.

La gente se nos acercaba, pero eran más ordenados, no nos gritaban, ni invadían nuestro espacio personal, me agradaron, pero les faltaba esa chispa, ese toque revoltoso al que ya estoy acostumbrada y que yo misma tengo.

Está de más decir que me la pasé de maravilla, y que no cabía en mi felicidad al saber que las personadas de verdad nos aceptaban. Hasta ese momento todo parecía irreal.

Regresé a mi país el 24 al medio día. Fue duro despedirme de mi ruso, pero ambos teníamos cosas que atender, no podíamos dejar pasar más tiempo.

"-en cuanto aterrices mándame un mensaje o llámame, pero avísame que llegaste bien.

-sí, yo te aviso- le contesté.

-no se te vaya a olvidar, me tendrás preocupado si no lo haces- mi ruso no podría ser más perfecto.

-que no lo olvido, hombre, estoy pendeja pero no tanto- sonrió y me abrazó.

-te voy a extrañar.

-yo también, mi farola con patas, y un chingomadral- uno de mis hombres me aviso que ya era tiempo de que abordará- me tengo que ir, nos vemos en la junta.

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