Capítulo 26

26 6 0
                                    

Evan

Hoy no tenía ganas para levantarme por diversod motivos. Me aferré a las sábanas e intenté no llorar. Hoy cumplía tres años desde su ida y no tenía ganas de afrontar el día.

—Hijo...

Mi padre, primera vez que me dirige la palabra en meses, estaba en el umbral de mi puerta vestido de negro.

—¿Qué quieres?— intenté sonar lo más borde posible.

—Solo venía a decirte que tus hermanos van a venir al cementerio.

—¿Y?—mis hermanos no han querido saber nada de mi, yo tampoco de ellos.

—Por si quieres venir— me levanté de la cama y le cerré la puerta en sus narices. Me volví a tumbar en la cama y cerré los ojos.

***

Eran las doce de la mañana y no conseguía dormirme de nuevo. Joder...lo único que quería es que este día pasase de una puta vez.

Bajé las escaleras y cogí una cerveza de la nevera. Me senté en el sofá y me tomé mi tiempo en bebermela.

El ruido de la puerta me saca de mis pensamientos, supe que era mi padre que había vuelta pero la sorpresa es inmensa al ver a mis tres hermanos detrás de él.

Me levanté y les observé detenidamente. Alex llevaba un traje y su pelo negro igual que el mio iba hacia atrás con gomina.

Thomas también con traje era el más serio y Jon había engordado demasiado para tener casi veinte años.

—¿Qué cojones hacéis vosotros aquí?— espeté con furia.

—Les he invitado a tomar unas copas hijo— mi padre, como siempre metiendo sus narices donde no le llaman.

Intenté controlar mi ira y me terminé la cerveza que tenía en la mano. Mis hermanos cogieron asiento en el sofá y yo hice lo mismo.

Nuestro padre volvió con vasos pequeños y una botella de Whisky en la mano—Y bueno hijos...¿Cómo es vuestra vida?

—Pues ahora mismo estamos en un proyecto muy importante entre manos y estamos esperando la aprobación de uno de los colaboradores para llevarlo acabo—mi hermano Alex hablando de cosas que a nadie le interesan, bla, bla, bla.

—¿Algo interesante en tu vida aparte del trabajo?— le pregunté y me miró conteniendose.

—Si, estoy prometido, me caso a final de año con mi compañera de trabajo—eso nos pilló a todos por sorpresa.

—¿Tú?¿El señor que lo único que le importa su trabajo esta prometido y no es con su trabajo?— me reí del comentario de Thomas.

Thomas y Alex nunca se han llevado muy bien...¡para que mentir!¿Quién soporta a Alex?

—Si, yo, el maduro de la familia.

—¿Y nos lo ibas a decir en algún momento o ibas a esperar a después de la boda para anunciarlo?—preguntó Jon moviendo su vaso haciendo círculos.

—Pues si, resulta que es exactamente lo que iba a hacer Jon, porque para que invitar a la boda a gente que le importo—alcé las cejas.

—¿Ahora nos vas a hablar tú de importancia?¿El primero en abandonar la casa e irte sin recibir ninguna llamada tuya?

—Perdona Evan, pero deja hablar a los mayores—apreté mis puños.

—¿Sabes? Ojalá nunca hubieras vuelto a aparecer por esa puerta, cada vez que te veo me dan ganas de vomitar—su cara lo decía todo, estaba cabreado.

—No fui yo el que condenó a la muerte a mamá— eso fue un golpe muy bajo.

—¡Alex ya! Te has pasado tres pueblos, ahora discupate con tu hermano— mi padre fulminaba con la mirada a mi hermano mayor.

—Alex, gracias por recordarme el momento más doloroso de mi vida, de veras tío, tienes la sensibilidad en el culo— me levanté de allí y abrí la puerta.

—¡Evan!

Escuché gritos pero no me importaron. Es un gilipollas, un insensible y pobre de la chica con la que se ha a casar.

***
L

legué a las tantas a casa y sin decir nada subí las escaleras a mi cuarto y la cerré de un portazo.

Me senté en mi escritorio y abrí el primer cajón de la mesa. Decidí abir la primera página de la libreta, una carta que escribí nada más llegar a casa el día de mi cumpleaños.

CARTA A MAMÁ:

¿Cómo puedo empezar esta carta? Una amiga me recomendó escribir en esta libreta todos los pensamientos, sentimientos o incluso secretos que guardaba, y casi todos giran entorno a ti.

¿Cómo una persona puede consumirte tanto? ¿Por qué cada vez que pienso en ti me derrumbo? Me acuerdo que una de tus últimas palabras fueron que cada vez que pensase en ti no llorase, sino que me alegrara porque ahora estarías en un lugar donde no sufrirían más.

Lo siento mamá, pero no he podido cumplir esa última promesa y eso me mata. Ojalá que las cosas fuesen más simples y que esta familia no estuviera rota, pero ya no hay marcha atrás.

Alex, Thomas y Jon ya tomaron sus propios caminos, decidieron abandonar la familia y no regresar. Por un momento me cabreé con ellos porque no podían hacer eso, teníamos que permanecer juntos para recordarte pero ahora entiendo sus decisiones. Esto ya no es una familia, no es una familia donde no se recibe amor, cariño o apoyo, aquí, en donde nos mudamos cuando era aún pequeño, donde hechamos raíces...ya no es un hogar, no para mi.

Te odio por habernos dejado y por no haber luchado más pero a la vez se que no tuviste elección.

Esto de escribir una carta a alguien que ya no está en los vivos es una chorrada, pero a la vez me ayuda a mi mismo a sacar en un papel todo lo que he estado reprimiendo estos casi tres años.

Fuiste la única persona a la que conseguí querer, y se que sentías lo mismo por mi, me lo demostrabas todos los días por la mañana despertándome con tus besos, por las tardes con tus bocadillos, y por las noches con tus cuentos.

Te quiero y a la vez te odio, ¿Raro, no?

Te echo demasiado de menos, ojalá que la muerte no te hubiese separado de mi lado.

Tú pequeño renacuajo

Pág 1

Doble Apuesta © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora