Capítulo 32

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Evan

Otro día en el instituto. Enserio esto es la puta cárcel. Estábamos casi a Abril y siento como si quedase mil años para terminar el instituto.

La clases de física se hacían cada vez más tostones y lo único en lo que podía pensar era en que hacer con Vicky.

La apuesta ya no estaba en pie, la había cancelado hace dos semanas. Joder ella me tenía loco, era perfecta para mi pero a la vez demasiado.

Se merecía alguien mejor que yo, alguien quién no hubiese jugado con sus sentimientos como yo.

—¿Señor Anderson me está escuchando?— la profesora de física se cruzó de brazos mirándome.

—Lo siento profesora— abrió los ojos como platos y la gente se cayó de repente.

—Veo que has aprendido modales, parece que no eres un caso perdido al fin de cuentas.

Siguió con su clase mirándome raro. Vicky se sentaba a mi lado y notaba como mi amigo crecía cada vez que se me ocurrían millones de situaciones con ella.

Joder, ella me está torturando sin saberlo.

—¿Estas bien?— me susurró y yo asentí.

—Si...solo un poco aburrido— me sonrió y sentí como si ella fuese mi paraíso, todo lo malo se me olvida estando a su lado.

¿Es una bruja o algo así?

La clase pasó rápida al final, y fui a la cafetería a tomarme un cruasán.

—Ahora enserio tío, ¿Te la has tirado?— preguntó por enésima vez David.

Si.

—Porque si es así habrás ganado la apuesta— le miré fijamente.

—David, la apuesta se ha cancelado, me retiré, ¿O no recuerdas la llamada que te hice?

—Tio, entiéndeme es muy raro viniendo de ti que abandones una apuesta, como si la pierdes sigues hasta el final.

—Pues esta vez no.

—¿Es qué ya no quieres el coche? ¿Es eso?

—Eso no es de tu incumbencia— mordí mi aperitivo.

—Esta bien— suspiró rendido—¿Y qué vas a hacer con ella ahora? ¿Vas a seguir viéndola o la vas a dejar?

—Por ahora lo que me apetezca.

Y ahora mismo me apetece estar con ella.

Me levanté de allí y me fui de la cafetería dejando a David allí.

Vi en uno de los pasillos a Oliver y Emily andando con las manos entrelazadas. Los saludé y seguí buscando a mi objetivo.

¿Dónde se había metido?

Ahí está.

La encontré recogiendo sus cosas de las taquillas sola.

Sonreí y me acerqué a ella.

La abracé por la espalda y le di un beso en la mejilla.

—Veo que estás muy cariñoso hoy— se dio la vuelta y observé sus ojos grises.

—Solo contigo— sonrió y la besé.

Sus besos se habían vuelto adictivos.

Doble Apuesta © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora