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Winstor, Inglaterra.

18 de septiembre

A Thomas no le gustaban mucho las fiestas, cree que son abrumantes y sofocantes. Y no estaba equivocado, las fiestas son la excusa perfecta para que todos beban, cojan, peleen, se besen y hasta engañen o mientan. Thomas las disfrutaba y mucho, pero simplemente no le agrada el hecho de estar rodeado de personas que te juzguen y te obliguen a ser alguien que no eres o de hacer cosas que no quieres. Siempre sale con amigos, pero no porque quiera, sino porque su novia, Madison, se lo pide, y es imposible decirle que no, ella es su escapatoria de la realidad, de los problemas, de las drogas, de su familia, de los estudios, de todo lo que le provoca ansiedad. Se podría decir que ella lo salvo, le dio un lugar en su vida, lo hace sentir importante, que tiene un propósito en la vida. Pero, Thomas vivía con un miedo, el miedo de mostrarle su verdadero yo, de que lo vea haciendo las cosas que hace y que no lo entienda, o peor, que lo abandone. Pero fue inevitable que no lo descubra.

El año pasado ella fue a buscarlo a su casa, para celebrar su cumpleaños, pero no sabía que ese día Thomas había discutido con su madre y que le había dado un ataque, hace mucho no los tenia, pero ese día su vaso reboso. Ella entro a la casa con la llave que el mismo le había regalado, fue a su cuarto y ahí lo encontró, tirado en el suelo, con una sobredosis de heroína, lo único que Thomas recordaba era que no podía respirar, y decidió inyectarse para calmar su ataque, como siempre, pero no pensó claramente y lo hizo de más. De todos las personas que podrían aparecer, ese día el universo mando a su ángel, su protectora, su salvación. No recuerda nada de lo que paso después, solo que se despertó en el hospital, y al abrir sus ojos vio a Maddie junto a la camilla, ella sostenía su mano, pensó en despertarla y decirle que estaba bien,

- ¿Thomas? - escucho a su madre desde la puerta.

- Mamá, lo siento tanto - dijo Thomas sollozando.

Ella corrió y lo abrazo, eso despertó a Maddie, y para cuando él se dio cuenta, tenía en sus brazos a las dos mujeres que más amaba, abrazándole, tenía esa sensación en su cuerpo, esa sensación que experimentas cuando te sientes a salvo, cuando sientes que nada podría lastimarte en ese momento.

Desde ese día Maddie siempre estuvo para Thomas, ella lo ayudo a salir adelante, lo hizo sentir fuerte, amado. Y desde ese día juro que la iba a apoyar y proteger, de que iba a estar para ella como ella estuvo para él.

- Hola tonto, ¿en qué estás pensando? -  dijo alguien sacandolo de sus pensamientos, Thomas sabía que era la pelinegra, su perfume era dulce, pero no de esos olores que te asfixian, sino que era un aroma agradable y cautivador.

- ¿Que? - solto el joven sorprendido -. Ah no, en nada, solo veía que Andrew y Marco van a tener que ordenar todo este desastre - Thomas intentaba desviar la conversación.

- Si, este lugar esta desastroso, de igual manera Emma me comentó que se iban a quedar con Dante para ayudarlos, así que vamos a dormir aquí.

- ¿Todos ?, o sea que vamos a tener una ... ¡¿pijamada ?!

- Si, tendremos una pijamada - Maddie notaba el entusiasmo de su ex, pero ella quería aparentar indiferencia.

- ¿Eso quiere decir que vamos a dormir juntos? - Thomas vacilaba a la pelinegra, porque ya sabía la respuesta que iba a darle a cada una de sus preguntas.

- ¡Obviamente no !, Ya te lo dije, sigo molesta contigo, y necesitamos un tiempo ... ya sabes, para despejar la mente - dijo Madison tomando un trago de su vaso.

Thomas decidió ir a beber con sus amigos y disfrutar la fiesta. El chico noto habían demasiadas personas, algunas ni siquiera eran de Hambleth. 

SIN NOMBREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora