Sumisión de una Dominante

Capítulo VIII

La noche del domingo mientras preparo un tazón de cereal con leche para cenar, me debato mentalmente entre ver un capítulo más de la repetición de "Friend's" o ver por milésima vez "Mujer bonita". Después de unas cuentas cucharadas, me decido por Julia Roberts y dejo que corra la película. Me recuesto con una manta cubriendo mis piernas y varios cogines rodeandome, por fin me siento relajada.
A pesar de que he visto muchas veces la cinta, me parece que es un clásico que nunca te cansas de ver. Es divertida, fresca, un gran elenco y las canciones son estupendas, sin mencionar lo guapo que es Edward Lewis, Richard Gere, y lo imponente que luce Vivían, Julia, en ese hermoso vestido rojo. Las escenas pasan y la película se va volando.
Estoy tan cómoda y de humor, que decido quedarme donde estoy.
Continuó con "Diario de una pasión", la interpretación de Ryan Gosling y Rachel McAdams me encanta, y aunque he leído en cientos de artículos que se odiaban en el set, en la pantalla grande la química se da bien entre ellos. Sonrió, me enojo y lloro con los protagonistas.

No me despegó del televisor hasta bien entrada la noche.
Es casi la una y media de la madrugada, y yo sigo en el sofá tirada como si fueran las seis de la tarde.

Debo levantarme temprano para comenzar con las contrataciones de las modelos de está temporada, tengo presentes a mis favoritas, pero necesito sangre nueva y Alana se ha esforzando mucho en seleccionar y citar a cada una de ellas para mí. Mañana será el último filtro por el que pasarán las chicas, necesito estar descansada, pero en lugar de ello, estoy aún moqueando por el emotivo final que tuvo Noah junto a su amada Allie Hamilton.

Tomo el control remoto y apagó el televisor antes de seguir de filo con la siguente comedia romántica. No tengo ganas de hacer nada, me siento agotada y con un dolor punzante en la espalda baja. Fue un fin de semana fatal para mis extremidades, pero todo mejorará mañana, eso estoy segura. El trabajo me distraerá del dolor y sobre todo de Jonathan y su muy confuso carácter.
Dejo el tazón en el fregadero y me dirijo directamente a mi habitación. Me tiro sobre la cama, hecha añicos, aunque aliviada.

¡Que bien se siente estar en casa, tener un espacio para pensar por mi misma y sin temor a represalias!
Desato mí cabello de la pinza que lo sostiene y me quitó la bata de dormir para después meterme bajo las sábanas solo en ropa interior.
Me quedo quieta, mi alrededor está tan callado, que puedo escuchar los latidos de mi corazón, lentos y pausados. No me molesta la soledad, cuando tienes tanto por hacer y tanta gente con la que convivir todos los días, cada segundo a solas es preciado, el problema está cuando llegas a casa y te das cuenta que te gustaría contarle tu día a alguien, que se preocupara si ya cenaste o quedarte charlando con esa persona hasta la madrugada, hacer preguntas extrañas y responder aún entre risas. Dar un beso de buenas noches, dormir uno junto al otro, teniendo el deseo latente de poder conversar un poco más antes de que el radiante sol salga por el horizonte y se lleve la magia de esa noche tan espontánea.

No debería hacerlo, pero antes de que pueda reaccionar, el teléfono está cerca de mi oído timbrando.
Jonathan responde al segundo timbre.

—Señorita Diamon—responde sin mucho entusiasmo.

Su voz me altera haciendo que los nervios se apoderen de mi.
¿Ahora que hago?
Son las dos de la mañana, ¿Cómo puedo ser tan inconciente?

—Señor King—balbuceo ¿Ahora que le digo?—, sólo llamé para agradecerle por el fin de semana, ya estoy en la cama, lista para dormir.

Hasta a mi me parece idiota el pretexto de mi llamada. ¿Qué acaso tenemos diecisiete?

—Son las dos de la madrugada, ¿Lo notaste?

—Si, lo lamento señor King. Es solo que me quedé hasta muy tarde viendo la televisión y el tiempo se me pasó volando, fue una locura...

—Diamon, no me interesa—responde tajante.