P L U M A S

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Frente a él, se extendía un tanque de agua celeste y cristalina.

El perímetro estaba rodeado de piedras del tamaño de su puño, el lugar estaba provisto de grandes árboles y arbustos tan verdes quizá, como su propio cabello, aportándole un aspecto más fantasioso a la imagen, que parecía sacada de un cuento de hadas

Caminó hacía el terreno más suave, dejó que el aroma del agua inundara sus pulmones y luego soltó el aire, poco a poco.

Dejó su ballesta y sus flechas en el suelo, muy cerca de un arbusto pequeño, se recostó en el pasto, con cuidado de que su atuendo negro y sus botas a juego con su chaleco café no se ensuciaran demasiado, no quería tener que lavarlo después.

Tal vez se durmió un rato, o tal vez solo pasaron unos minutos que le parecieron eternos, no lo sabía con certeza, pero era probable que solo se hubiera quedado dormido unos segundos porque no recordaba en absoluto haber visto a aquella ave blanca en el estanque.

Era bastante grande, podría decir incluso que su tamaño era anormal, sus plumas eran totalmente blancas, su pico era de color naranja intenso y con una mancha de color negro que se extendía hasta sus ojos.

Tardó en reconocerlo, pero, era un cisne, de los más preciosos que había visto alguna vez y para su sorpresa, estaba nadando directamente hacía él.

Se incorporó sobre sus codos lentamente, con cuidado, temiendo que el animal se asustara de su presencia y quisiera escapar si hacía algún movimiento en falso, admirando más a detalle sus preciosas plumas.

Poco a poco, la imagen alada frente a él se fue transformando en una silueta femenina.

El chico de ojos verdes, contempló con asombro como el cisne se convertía en una joven chica de largos cabellos castaños, conservando las preciosas y abundantes alas del animal, con unas plumas tan blancas y relucientes por la luz del sol que se colaba por la copa de los árboles que lo obligaron a entrecerrar los ojos

La chica vestía un largo vestido celeste, como si se hubiera arropado con el agua del mismo estanque, una armadura le rodeaba únicamente la parte del torso, como si fuera un corseé igual de plateado que la diadema alada que llevaba en la cabeza.

No se alejó cuándo aquella figura de ojos azules levantó la mano para tocarle la cara, al contrario, cerró los ojos, anhelando el roce de su piel.

De pronto, la criatura lanzó un grito terrorífico, rompiendo la atmósfera de ensueño en la que se encontraba el joven peliverde

Abrió los ojos con brusquedad y como si hubiera salido de alguna especie de letargo, regresó en sí.

Con un movimiento ágil y veloz, sujetó la ballesta que tenía a su lado y apuntó directamente a la silueta femenina, que había comenzado a alejarse rápidamente, revoloteando tan rápido como se lo permitió la flecha que tenía incrustada en una de sus alas.

Reto de One-Shots de Contestshipping FansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora