Aquella mujer, sostenía suavemente mi nuca.
Me miraba con tranquilidad o al menos, es lo que me parecía ver entre los surcos de su rostro, sus manos eran rugosas, a juego con su piel, que, a diferencia de la mía, se sentía como si fuera la corteza de un árbol, como si de pronto el mismo hubiera cobrado vida y sus manos en forma de ramas fueran las que me estuvieran sujetando.
A pesar de eso, no tenía miedo.
—La semilla crecerá hasta que las raíces se unan con lo más profundo de tus pensamientos, las ramas se entrelazarán y se enredarán en cada parte de tu cabeza — Me sonrió — A pesar del dolor y la confusión, te prometo que todo estará bien, no estarás sola.
Alcancé a distinguir un leve destello cálido en mi nuca y después, pude ver a aquella extraña persona desaparecer.
Quise moverme, tratar de impedir que se marchara y preguntarle a que se refería, sin embargo, no pude moverme ni un centímetro y tampoco era capaz de sentir nada.
Me quedé ahí, flotando en un espacio vacío, hasta que pude distinguir a lo lejos, una luz blanca acercándose.
Cerré los ojos cuándo sentí como la luz me envolvió, me quedé así unos segundos hasta que decidí abrirlos.
No pude distinguir nada al principio, todo era borroso, traté de enfocar la vista en medio de la confusión y el letargo hasta que pude procesar que estaba despertándome y que aquella luz, era solamente de los rayos del sol que se colaban por la ventana frente a mí.
Un sueño, había sido un sueño.
Cuando pude adaptarme a la luz, observé con curiosidad mi entorno.
¿En dónde estaba? No recordaba haber visto una habitación así antes, completamente blanca y con algunos muebles de color gris.
¿Yo vivía ahí?
En centro del techo había un candelabro de tres focos blancos, que se balanceaban suavemente por el aire que se colaba por la puerta de madera.
A mi lado, había una mesa de noche de dos compartimentos, con una lámpara de noche tan grande como mi cara, un vaso de agua y tres cajitas de lo que supuse, era medicina, apiladas cuidadosamente por tamaño en el centro del mueble.
Había una mesita de cristal en el centro, con libros cuyos títulos no alcanzaba a leer desde mi posición y un jarrón blanco con algunas rosas rojas en el, ese detalle no pasó desapercibido ante mis ojos, pues, aunque no recordaba porque, si podía sentir en mi pecho un extraño sentimiento de familiaridad con esas rosas.
Justo detrás de la mesita, había una chimenea pequeña, de mosaicos blancos y con algunos adornos por encima: Una bola de cristal, unas macetas con plantas verdes y algunas piezas de cerámica color negro.
ESTÁS LEYENDO
Reto de One-Shots de Contestshipping Fans
Fiksi PenggemarUna pequeña recopilación de One-Shots de Contestshipping como parte de mi participación para este concurso. ¡Todos mis OS son diferentes! Algunos son historias alternas, otros están escritos desde perspectivas de otros personajes y algunos continúa...