39 Días.

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«La muerte camina más rápido que el viento y nunca devuelve lo que ha tomado.»

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39 Días.

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Esto está mal, está totalmente mal.

Y le vuela la mente.

Fuera de la vergüenza y el extraño halago que siente, Sakura quiere creer que Kakashi no lo dijo en ese sentido, pero sus palabras son claras y muy precisas, y no hace falta ser un genio para armar la historia.

-¿Necesito disculparme para que me dejes en paz? -Levanta los brazos al techo- ¿Por qué estoy manchando tu memoria o algo así?

Porque Kakashi no debería pensar así, porque su propia muerte no debería importarle - y ella lo reconoce- pero el hecho de que la imagina en los momentos más privados, le revuelve la tripa y le hace hiperventilar. Y mientras está sentada ahí, a su lado, y lo sigue por el cuarto, y lo ve vestirse, el rubor sube a sus mejillas y de repente se cuestiona a sí misma que el malestar que tiene no es porque necesariamente sea algo malo.

De hecho, su pequeño arrebato anterior no fue completamente desagradable, hay algo mínimamente reconfortante en el modo en que dice que la quiere ahí, o tal vez es esa cosa que sigue haciendo de hablar con ella en tiempo presente. Ciertamente no le dieron 49 días para que Kakashi mantuviera conversaciones unilaterales con ella, pero de nuevo, él era el único que seguía trayéndola una y otra vez, para decirle todos los males de los que se aquejaba, y ahora también hablar de pequeños secretos de alcoba.

Sakura se planta delante de él, apenas a dos pies de distancia mientras él está parado junto a su cama con una camiseta en la mano, y traga el nudo de su garganta para observarlo.

-¿Por qué eres tan complicado, Kakashi? -Le da golpe en el pecho que no llega a hacerse sentir. Y Kakashi suspira mientras se pone la camiseta-. No debiste decirme eso ahora.

La mano de Sakura arde, todo su cuerpo arde, y es entonces que se percata de lo excitante que es estar cerca de Kakashi así. Y mientras lo sigue por el resto de la casa, se siente magnéticamente atraída a él al igual que cada vez que la piensa, pero esta vez, puede empezar a disfrutarlo, y sentirse así de atraída a pesar de ser un poco espeluznante.

En vida, tal vez, le hubiese gustado que la pensara así. Es tonto ahora, porque nunca pensó que Kakashi fuera del tipo lascivo, mucho menos el idiota egocéntrico que ha estado siguiendo los últimos días, pero hay algo más tras él. Siempre el experto en máscaras, se aseguró de engañarlos muy bien a todos. Y no le dio atención, y la miró únicamente como el médico del grupo, y a veces - muy pocas- como su colega. Como para hacer una misión en Suna y detenerse al grupo a beber un trago en medio del desierto. Y quedarse horas, pretendiendo estar borracho, mirando un punto fijo en la nada que en realidad seria ella leyendo un libro con una linterna. O aparecer casualmente cada vez que ella decidía tomarse un café de vainilla, y sentarse en su local favorito y de gustar el líquido de los dioses y decir: "Oh, ahí va Kakashi". Como si no pudo verlo cada día que repetía la misma rutina.

Kakashi está sentado en la mesa de la cocina mirando un envase vacío de ramen, cuando llaman a la puerta.

Le toma un minuto completo levantar la vista de la mesa, y otro minuto más para conseguir las ganas o la energía de levantarse.

Cuando la puerta se abre, es Sai quien está parado en el portal. La cara de Sakura se ilumina, complacida de verlo cuando apenas pudo encontrar su silueta mirando desde lejos el memorial, y de algún modo se complace de verlo de pie sin la sonrisa falsa que adorna su rostro la mayoría de las veces.

49 Días.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora