𝚅𝚒𝚐𝚒𝚗𝚝𝚒

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El frío suelo era su único consuelo, su espalda estaba paralizada, su respiración era entrecortada, sus ojos amenazaban con cerrarse.

De reojo pudo ver a la persona más cercana su familia, tenía la boca cubierta con sus manos, sus lágrimas no paraban de salir y luchaba contra no gritar. Ver a alguien tan querido siendo torturado de esa forma era aterrador y la culpa por haberlo ido a buscar lo mataba más que cualquier otra cosa.

Un pequeño chillido escapó de sus labios y WooYoung lo vio, desde su lugar volteó y miró a uno de sus arcángeles.

-JungWoo, saca a SoonYoung de aquí.

El arcángel asintió y fue hacia el Serafín que se encontraba derramando tantas lágrimas que pronto haría una laguna con ellas.

Su vista estaba nublada, pero pudo observar a los dos irse del lugar, por algún motivo sintió calma, pues SoonYoung no iba a presenciar su muerte, quizás dolería menos de esa forma.

-Meterte con el mismísimo Lucifer es una de las peores cosas que pudiste haber hecho. Pero también dejaste matar a mis creaciones.

A este punto ya nada le importaba, diría lo que tenía que decir y luego descansaría en paz.

-Tú... Enviaste a tu hijo al mundo humano y... Y no lo ayudaste cuando lo crucificaron. YooA... YooA te dijo "Dios, ¿Por qué me has abandonado?" - Tomando un poco de aire intentó seguir - Y tú... Simplemente lo dejaste pasar, solo quieres que crean en ti... Pero los humanos son... Horribles.

No tenía idea de lo que estaba diciendo, pero eran cosas sueltas que pasaron en cierto tiempo, San lo observaba con detenimiento, en sus ojos se reflejaba la culpa y la lástima. Un ángel fue condenado por amar.

-Corten su otra ala.

Una vez más fue levantado con brusquedad y su otra ala fue extendida para ser cortada. El filo de la espada se sentía tan caliente que lo hacía gritar otra vez, ya no podía ver, su espalda estaba paralizada, no la sentía del fuerte dolor.

-Mm... La marca del infierno, que peculiar.

Aquellos ángeles dejaron sus alas frente a él y observó con detenimiento, una de ellas tenía una mancha negra, allí hubo una herida que fue sanada.

-Así que por esto estás marcado... HongJoong, eres el Querubín más tonto que he visto en mi vida. Aunque cuando te veo lo observo a él también, en esta misma posición con mirada perdida y sangre manchando todo el salón.

HongJoong temblaba, no quería estar allí, quería ser abrazado por los brazos del demonio, quería ser mimado y quería poder decirle al menos una última vez que lo amaba.

Sin nada que agregar quedó inconsciente frente a los pies de un ser que una vez consideró el más bondadoso del mundo.

-Lo llevarán al valle y allí dejarán que camine hasta la catarata y luego se tire, después de pensarlo no te mataré. Solo purificaré tu cuerpo, pero a cambio perderás todos tus recuerdos. Aunque eres tonto aún me sirves.

¿Qué era mejor? ¿Morir recordando un amor imposible o vivir sin recordar su existencia y dejar que laven su cabeza otra vez?

-Mátame, te lo suplico. Ya no quiero vivir.

Un pecado más y frente a Dios, no apreciar tu vida y querer quitártela era un pecado, si Dios te la dio fue por algo, naces porque él quiso y mueres cuando él lo diga.

Tú no tienes poder, no tienes palabra, no eres nadie, no eres nada.

-No, ya lo decidí.

𝗙𝗼𝗿𝗯𝗶𝗱𝗱𝗲𝗻 𝗹𝗼𝘃𝗲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora