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¿Cuánto tiempo habría pasado? ¿1 o 2 años tal vez? Era tan difícil creer todo lo que había ocurrido todo ese tiempo, tantos traumas y dolores que aún no lograba superar y día a día le atormentaban, lo perseguían; contó al menos con la suerte de que su querido compañero pelirrojo había estado con él todo este tiempo para ayudarle con todo.

Con su amor propio.
Con sus quebrada mente.
Con su hija.

Era difícil pensar en cómo era eso posible, pero simplemente pasó, tuvo una terrible batalla interna para decidir si tenerlo o no, cosa que estuvo a punto, y aún así su querido compañero estuvo para él ¡Pero no! ¡Fue valiente! Siguió con todas sus problemas y se fue de casa, con su pequeña cría y su compañero.

— Se está acercando el frío, ¿No deberíamos comprar algunos suéteres? He visto algunos que se verían perfectos en mi, ¡Y a buen precio!

— Matt, ya tienes muchos suéteres muy lindos, apenas caben en el clóset, además, tenemos que pensar en el regalo y el árbol de Navidad.

— ¡Ah! Por favor, solo uno más y ya ¡Te lo prometo!

— Mmm... Bueno, solo uno más, ¡Solo uno, Matthew!

— ¡SI! Muchas gracias.

Sintió al pelirrojo acercarsele para darle un abrazo, pero se alejó con rapidez, asustado por ello, con ese tiempo, desarrolló n tipo de fobia a cualquier tipo de contacto físico con las personas, solo aceptaba cariño de su preciosa hija, la única persona más pura en su mundo, almenos para él.

— Lo siento, lo siento no quería asustarte.

— Está bien, vámonos a casa.

En el auto, un pequeño silencio incómodo se hizo presente durante un rato, hasta que se escuchó un ligero suspiro de la parte de atrás del móvil, la pequeña niña yacía dormida en el asiento trasero, el pelirrojo le cedió su suéter y la arropó con este mismo para protegerla del frío del otoño. El auto iba a velocidad media, solo se escuchaba este y el respirar de ambos y la música a bajo volumen en la radio.

— Tord, ¿puedo... Preguntarte algo?

— No veo por qué no.

Tuvo un pequeño silencio de unos segundos.

— No es nada importante, olvídalo.

Le regaló una sonrisa y simplemente miró hacia adelante siguiendo el camino de la carretera a la vista, admirando el atardecer de la ciudad. Tan pronto estuvieron en casa, El pelirrojo cargó a la pequeña en sus brazos y la llevó la interior de la casa, dejándola recostada en su habitación y seguido de ello regresar con Tord, a quien encontró mirando una foto, con cuatro integrantes en esta y lágrimas bajo sus ojos.





Procede a desaparecer otros 2 años más

Custodia || MattordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora