25.- Trabajo ordenado vs Trabajo relajado

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POV Bora:

Después de enviarle el mensaje a Ada, quedándonos de ver en el lago donde a noche estuvo, tomé la pequeña caja de mi maleta y salí de mi habitación rumbo al lago.

Al llegar, la encontré a ella de espaldas. Parecía impaciente, claro que me estaba buscando. Caminé hasta ella sin hacer ruido; tapé sus ojos con una mano y con la otra, rodeé su cintura.

Ada dibujó una sonrisa en su rostro al sentir el contacto de mis manos.

— Tengo algo para ti — susurré a su oído

Su expresión cambió completamente. Quité mis manos de su rostro y Ada volteó a verme, confundida, me alejé de ella y escondí mis manos hacia atrás con una sonrisa.

—¿No dejarás que vea? — preguntó Ada

Sonreí y negué con la cabeza. Ella me miró mal y se acercó a mi con el objetivo de ver lo que escondía. Comencé a reír a carcajadas, se miraba graciosa peleando como niña chiquita cuando le quitan su juguete. Ada me miró con una sonrisa.

Paré de reír y me acerqué a ella.

—¿Lista? — pregunté con una sonrisa

Ada asintió sonriendo. Pasé mis manos hacia adelante y le entregué la caja, ante su mirada de confusión.

— Es tuyo...quise dártelo cuando escribiste el artículo del concurso — dije, pero no terminé ya que Ada me interrumpió.

— Escribimos. Tu también ayudaste, fue trabajo en equipo — dijo con una sonrisa

Sonreí, Ada tomó la caja y la abrió. Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas al ver su contenido: mi bolígrafo favorito, más bien, el bolígrafo que le pertenecía a Ada.

—¿Es...

— Sí, el mismo bolígrafo. Es totalmente tuyo Ada, desde que te lo regalé nunca más volvió a pertenecerme — respondí, interrumpiendo a Ada.

Ada sonrió con ternura e inclinó su cabeza, miró nuevamente el bolígrafo y su semblante cambió.

—¿No dijiste que la tinta se secaba si no la usabas? — preguntó y asentí

— Cambié la tinta recientemente. Desde que la regresaste de vuelta, no sentí que me perteneciera. La guardé todos estos años, esperando a que regresara a las manos donde pertenecía — dije con una sonrisa

Nos quedamos mirando fijamente a los ojos con una sonrisa y de la nada, Ada rodeó con sus manos mi cuello, me sorprendió su reacción pero correspondí el abrazo con una sonrisa.

Nos separamos un par de minutos después, pasé una mano con los hombros de Ada y comenzamos a caminar hasta las cabañas, mientras ella, me hacía pequeñas bromas y yo reía.

Ada sabía perfectamente cuánto odiaba que tocaran mis orejas, pero cuando ella lo hacía, lo único que pensaba era en lo mucho que reía. Su sonrisa era de otro mundo, escuchar su risa me parecía hermoso y tenerla a ella cerca, me parecía de lo más único en el mundo. Ella era única.

Ada lo era todo para mi, verla sonreír, verla feliz me llenaba el corazón y el alma. ¿Qué nos costaba ser feliz hace tres años? Sin duda las mentiras y la inmadurez de ambos.

En Otra Vida | Baht OyunuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora