El líquido ámbar atrapado en la cara botella de vidrio lo invitaba a seguir bebiendo, estaba sentando en el suelo del balcón de su apartamento mirando las estrellas en el cielo, mientras sus ojos deshidrataban su alma cada vez un poquito más.
Los recuerdos de Justin lo habían golpeado después de la siesta que había tomado y es que aún no podía creer que lo único que le quedaba era la voz en la contestadora diciendo que estaba ocupado y que dejara un mensaje. Aun cuando había sido testigo y autor de varias muertes, no entendía como de pronto alguien ya no existía nunca más, como podía estar un segundo y al otro esfumarse con el viento. Le dolía lo fácil que era perder a las personas, la vida era tan frágil e ingrata, se suponía que con el pasar de los años iba a ser más llevadera, no obstante, se ponía cada vez más difícil seguir viviéndola.
Estaba maldito, estaba seguro. Mirando la masa negra encima de su cabeza pensaba que había venido a este mundo con una maldición en sus hombros, no era posible que su vida fuera tan mierda y patética. Era una perra ambiciosa de dolor, le daba y le quitaba sin parar, era un ciclo sin fin que estaba harto de seguir. Ya no quería sentirse en las nubes si la caída era sobre tierra ardiente y cizañera.
Por momentos miraba la puerta de su apartamento esperando que se abriera y, que un Justin enfadado entrara regañándolo por estar bebiendo de esa manera. Quería que le gritara que era un estúpido, que era testarudo, que nunca le hacía caso, necesitaba al hombre que lo venía rescatando desde que eran unos niños. Necesita a la pequeña familia que habían creado cuando Draco nació, los necesitaba tanto que una parte de él se sentía culpable de no haberlos aprovechado más. Por las noches, rogaba despertar y darse cuenta de que todo había sido una más de sus pesadillas.
«Soy débil, soy débil» se repetía una y otra vez viendo las estrellas brillar en el cielo. Pensaba que nunca había sido fuerte sin alguien al lado. Toda la careta que había creado era para tapar al niño miedoso y hambriento de amor que era. Era tan evidente que le daba vergüenza haberse creído "Snake".
De pequeño, lloraba por cualquier cosa. Si cerraba los ojos y repasaba su infancia solo veía un niño flacucho repleto de miedos que quería a su mamá a pesar de todo lo que ella le hacía. Era patético lo mucho que la quería cuando no recibía nada en retorno.
Cuando llegó al orfanato donde estaba Justin, seguía siendo miedoso a pesar de que se había vuelto un poco violento después de lo que le había pasado. Recordó que el segundo día que había llegado, un niño le había robado uno de sus polerones favoritos, había logrado recuperarlo a base de golpes, pero luego había ido a llorar a los baños porque seguía sintiendo miedo. Pero entonces Justin lo había seguido a los baños tras ver como los golpeó. Le preguntó por qué estaba llorando si había recuperado el polerón. Kyle no le contesto nada y solo se había encogido de hombros, avergonzado de que alguien lo hubiera visto llorar.
—Los llantos no te servirán de nada acá. Pegas bien, pero no puedes hacerlo y luego venir a lloriquear a los baños, van a seguir molestándote si no les demuestras que no pueden meterse contigo ¿sabes? ―le dijo un Justin de 13 años a un pequeño Kyle de once.
—Lo sé —respondió, sorbiéndose la nariz.
—Me llamo Justin. Ya me sé tu nombre, han hablado bastante del nuevo —le explicó al ver el ceño fruncido del menor—. Puedes andar conmigo si quieres, solo no llores.
—No lloraré más, lo prometo —le dijo. Había algo en él que le había dado confianza.
Justin comenzó a enseñarle a entrenar y al poco tiempo su cuerpo empezó a tener más consistencia a pesar de su corta edad. Ya nadie se metía con él, y al poco tiempo ambos se habían vuelto en los mejores amigos del lugar.

ESTÁS LEYENDO
Caída (spin-off)
Teen FictionDespués de lo ocurrido, Kyle tendrá que enfrentarse de una vez por todas a sus demonios.