Capítulo 6.

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Un pequeño Kyle corría hacía las duchas tratando de llegar antes de que cortaran el agua caliente. Se había atrasado haciendo las camas de los otros niños, le habían puesto ese castigo después de darle un puñetazo a Damián. Entró al pequeño camerino salpicado de moho y sonrió al encontrarse solo, tal vez eso era una de las cosas que le gustaba de atrasarse, podía bañarse solo sin que otros niños miraran sus partes privadas. Era muy incómodo ver a todos desnudos a pesar de que fueran hombres.

Dejó su toalla de autos en un perchero y acomodo el shampoo y el jabón que le brindaba el orfanato en el suelo sin dejar que les cayera agua.
Se quitó la ropa con rapidez y la apilo en una de las bancas.

Sonrió cuando el agua caliente cayó sobre su cabello, no le gustaba bañarse con agua helada a pesar de que gran parte de su vida había tenido que hacerlo. Agarró el shampoo con olor a fresas y lo removió sobre su cabeza, le gustaba mucho el olor que salía de la espuma.

Fue entonces cuando escucho que abrían la puerta. Nicholas y Damián entraron al lugar haciendo que su cuerpo entrara en estado de alerta. Las piernas le empezaron a temblar y sus pequeñas manos se movían rápidamente sobre su cabeza para remover el jaboncillo en su cabeza. Tenía que salir de allí.

—Pero mira quién está aquí —se burló Damián, con una sonrisa de lado—. El pequeño bastardo.

Kyle quería llorar y salir corriendo, pero sabía que escapar lo pondría en más problemas. En cuánto sintió que el shampoo desapareció de su cabeza, cortó el agua y se puso la toalla sobre su cadera.

—¿Ya terminaste, Donovan? —le preguntó Nicholas, acercándose a él.

—S-sí —susurro, apretando con fuerza la toalla como si su vida dependiera de ello.

El mayor se puso frente a él, mirándolo con aires de superioridad haciendo a Kyle temblar como si su cuerpo hubiera entrado en estado de hipotermia. Le daba terror encontrarse con ellos, sabía lo que pasaría si estaban en un lugar encerrado sin nadie que pudiera vigilarlo.

—¿No crees que debes pagar por lo que hiciste el otro día? —espetó con veneno Nicholas, agarrándole las mejillas y presionando sus dedos en la suave piel del menor—. A Damián aun le duele tu insolencia.

—P-perdón —murmuró, con los ojos húmedos—, lo siento mucho. N-no me hagas nada..., por favor.

Pero ninguna súplica lograba tocar el raciocinio de esos seres que a una corta edad habían sido corrompidos y robados de lo que nos hace humanos: la empatía.

Empujaron a Kyle haciendo que su cuerpo se azotara contra la pared mojada por el agua que se filtraba.

—¿Crees que con tu cara bonita y tus llantos vas a lograr algo? ¡Déjate de llorar, Donovan! —le gritó Damián, acercándose con los dientes apretados.

Fue entonces que le arrebataron la toalla y entre gritos, sollozos y suplicas infinitas de dolor, tomaron la inocencia de Kyle de la forma más vil de todas, tiñendo las aguas de un rojo vivo que escurrió por el desagüe al igual que las lágrimas del niño.

—¡Kyle! —le gritó Jonas, tratando de despertarlo. Los sollozos y las súplicas para que lo soltaran le estaban quebrando el corazón—. ¡Kyle, despierta por favor!

—¿Te gusta? Tú te lo buscaste, Donovan ―fue lo último que recordó antes de abrir los ojos de golpe.

Los recuerdos de esa mañana seguían latiendo en su cabeza, era capaz de sentir el dolor en su cuerpo como si las heridas jamás hubieran sanado. Alzo los ojos y se apartó de Jonas con miedo de que fuera uno de ellos. El corazón le iba a romper las costillas si seguía con ese ritmo y sus ojos rojos se iban a quedar secos por el llanto.

Caída (spin-off)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora