La Heredera. #PGP2022

Cap. 23 "Ella es mía."

disfruten de la música antes de comenzar a leer.

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Advertencia: Este capítulo tiene sexo explícito, lenguaje vulgar y violencia; para las mentes perturbadas o sensibles se les pide no seguir leyendo y pasar el capítulo. Favor de no reportar.

(junio 14, 2018 Nueva York, N.Y)

(Alexeí Danko/Rey de la Bratva)

Termino de cenar y voy al salón, son las ocho, quiero verla pero ella debe estar por llegar a su casa, así que debo esperar, para así poder llegar hasta ella sin que se dé cuenta.

A las nueve de la noche le digo a Iván

-Prepara el auto, iremos a verla, quiero saber si está bien!

-Señor, ella no está en su departamento.

-Que? En donde esta? Se sintió mal? Esta en el hospital?- pregunte preocupado

-No señor, Víctor llamo hace un momento, me dijo que la señorita Carson salió a cenar con un hombre, están en el Gardens.

-El restaurante? Vamos para allá.- ordeno molesto

-Si señor

Tardamos cuarenta minutos en llegar al lugar al que entre sin reservación, mi dinero es conocido y nadie me dejaría esperando por falta de una reserva. Escojo una mesa cerca de ellos, se ve sonriente, está contenta. La veo cenar con gusto disfrutando de la cena, cuando todos los platos son levantados y el postre esta por ser servido veo como un grupo de meseras se acerca con una pastel con velas y varios globos que dicen "Feliz Cumpleaños" y llegan hasta ellos.

Diablos acaso mi mujer cumple años y yo no lo sé? que estúpido soy. Pero no, el pastel no es puesto frente a ella, mientras loas meseras cantan el "Feliz Cumpleaños", el cumpleañero es si acompañante; ella aplaude, canta y sonríe emocionada, parece una niña de cinco años a la espera de ser convidada de una rebanada del pastel, feliz por el aniversario de un amigo. Me recordó a mi hermana Tamara en su último cumpleaños.

Lo veo a él sonreír y apagar las velas recibir los globos que ato a una de las sillas.

Lo vi cortar el pastel y darle a ella una gran rebanada, la cual comió disfrutándola como si ambrosia de los dioses se tratara, hasta se me antojo comer pastel y yo no soy muy dado a los dulces y pasteles.

A las once de la noche ellos dejan el restaurante, ella lleva en una pastelera, la mayor parte del pastel que no comieron; los seguimos hasta su edificio en donde ese hombre la ayudo a bajar y la acompaño a la puerta, más no subió.

Cuando lo vi despedirse dejando un beso en su mejilla, sentí mi sangre hervir, ese hombre estaba tocando a mi mujer.

Lo vimos partir y aun no me desidia a bajar, estaba molesto; vi como las luces de su departamento se apagaban y solo quedaba esa tenue luz de su lamparilla nocturna.