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A la mañana siguiente el sol resplandecía en lo alto del cielo, mientras el roció que había caído durante la noche se escurría por sobre los pastos, Dulce se despertó con una extraña sensación, hoy el lugar se le hacía más familiar que en ocasione...

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A la mañana siguiente el sol resplandecía en lo alto del cielo, mientras el roció que había caído durante la noche se escurría por sobre los pastos, Dulce se despertó con una extraña sensación, hoy el lugar se le hacía más familiar que en ocasiones anteriores, como si siempre hubiese vivido ahí. Sin darse prisa se vistió con unos jeans ajustado y una camiseta de mangas largas, solo un suave toque de maquillaje y bajo a desayunar con su hermana Maite.

—¿Qué pasa Dul? te noto rara...

—No es nada, solo estoy pensando en salir a recorrer el pueblo.

—Valla eso me parece estupendo, deberías conocer la biblioteca, tienen muy buenos libros.

—Mmmm... sí quizás valla.

—Bueno yo ya me tengo que ir a trabajar, disfruta de tu paseo pequeña, te quiero.

—Yo igual te quiero May —dijo tratando de simular una sonrisa.

Después de acabar su desayuno salió de casa, caminando por las solitarias calles de aquel pueblito, pensando en los sueños que había tenido, todos eran tan reales, tan vividos. Luego de pensar un instante hacia donde ir, decidió hacer caso al consejo de su hermana y acudió a la biblioteca del pueblo, esta era pequeña bastante más grande de lo que se podía imaginar. Reviso y rebusco entre los libros para ver si lograba encontrar entre ellos algo que diera respuesta a las múltiples preguntas que inundaban su mente, pero no logro encontraba nada, allí solo había libros acerca de mitos o libros históricos, nada útil para su búsqueda.

***: buscas algo en específico?

—¡Ahhh!

*******: jajaja... este discúlpa, no quería asustarte.

—No importa estoy bien.

***: Pues que alivio, pensé que te ibas a desmayar o algo. – murmuro dando un suspiro.

—No, no soy tan impresionable. – rio.

*** : Okey bueno no me he presentado, me llamo Alfonso, vengo aquí a veces ,si quieres te ayudo a buscar.

—Gracias, pero no creo que haya algo aquí que me pueda ser útil.

—Mmm... a ver dime que buscas.

—Bueno quisiera saber algo acerca de un hombre llamado... Christopher, no sé, me pareció escuchar hablar de él, y pensé que quizás era alguien importante, en realidad es una tontería, no importa.

—Mmm Christopher, no, él no es importante, si es conocido en la zona, pero por otros motivos.

—¿O sea que el sí existe? —lo miro sorprendida.

—No lo sé, es un mito, se dice que existió, son historias que cuentan los más viejos, siempre hablando acerca de las cuatro familias del mal, son solo historias.

—nerviosa —¿familias del mal? No entiendo, porque mejor me cuentas el mito, es solo curiosidad.

—Está bien, mira se dice que todo empezó hace más de dos mil años atrás, al parecer hubo una crisis horrible, y las personas no tenían de que alimentarse, incluidos los ricos, y cuatro de las familias más poderosas de la zona estaban dispuestos a todo con tal de no morir por la hambruna, así que cada noche salían juntos a asesinar a la gente del pueblo, para después comérselos.

—Que horror, eso es terrible —dijo asustada.

—Si lo es, pero lo peor vino después, estas familias se acostumbraron a su nueva dieta y a pesar de que ya no era necesario, cada noche seguían devorando personas, así lo hicieron por cerca de dos siglos. Un día se dieron cuenta de que el sol los quemaba y jamás envejecían, estaban condenados a noches eternas por el resto de su existencia. Años después la gente que aún estaba en el pueblo, por casualidad encontró las alejadas casas de los Schmitt y de los Merchant, dos de las cuatro familias, ese mismo día mientras el sol estaba en lo alto, los decapitaron, dicen que se hicieron polvo. Después la gente busco y busco la casa de las otras dos familias restantes, los Uckerman y los Saviñon, pero no lo lograron.

—En... ¡¿Entonces que paso?!... ¿qué?

—Wow se ve que te gustan estas historias. Luego los Uckerman y los Saviñon comenzaron a desconfiar los unos de los otros, pensando que la otra familia había delatado a los Schmit y los Merchant, comenzaron a tener más y más rencores, hasta que una noche se declararon enemigos por el resto de la eternidad. Así pasaron cerca de mil años, en que cada familia hacía de las suyas sin entrometerse con los otros, porque en caso de que eso ocurriera, no dudaban en decapitar al enemigo. Se dice que una noche después de cazar Christopher Uckerman se encontró con una bella muchacha de cabellos rojos, como los tuyos, ella era Dulce Saviñon, la menor de esa familia, y a pesar de la enemistad, ellos dos se enamoraron, cada vez que les era posible se veían a escondidas, pero pues todo a cabo una noche, en la que ellos creían que sus familias estaban de caza, pero fueron descubiertos por los Saviñon, quienes se enojaron tanto con la traición de su hermana, que la decapitaron sin piedad, pero cuando quisieron hacer lo mismo con Christopher aparecieron los Uckerman, pelearon hasta que solo quedaron en pie tres Uckerman, entre ellos Christopher, mientras que todos los Saviñon estaban reducidos a polvo, aunque al parecer uno de ellos sobrevivió. El sufrimiento de Christopher era intenso, así que antes de que amaneciera invoco a todos los seres oscuros, suplicando que algún día su hermosa Dulce volviera a sus brazos, dicen que espera en algún lugar, y que sus hermanos Christian y Tomas esperan junto a él.

—Valla, estoy sorprendida. Este gracias por tu relato Alfonso, creo que ya me voy. —suspiro agitadamente.

Sin decir más Dulce se fue corriendo a su casa. Mientras Alfonso se quedaba contemplándola con una maliciosa sonrisa en su rostro.

—Valla, valla, así que mi hermanita Dulce si volvió del infierno. Pero que ese maldito de Christopher no piense que la tendrá junto a él, yo me encargare de que eso no pase... jamás... 

мι ѕαиgяє нιєяνє ροя τιDonde viven las historias. Descúbrelo ahora