Mi corazón se paró y se me heló la sangre en las venas. Mi cerebro se llenó de incredulidad y mis pulmones se vaciaron.
"Se ha ido. ¿Y ahora qué...?"
Durante unos interminables segundos me quedé en blanco, paralizado por la confusión. Rápidamente me recompuse y me obligué a respirar profundamente y a pensar.
Fay se había ido. Había huido para mantenerme a salvo. Conociéndola, tendría algún plan. Ella siempre sabía lo que hacía, al contrario que yo en ese mismo instante.
Volví a la realidad y miré a mi alrededor. Angel, que no había dejado de ladrar durante el combate, ahora se lamentaba sin parar, inquietándome sobremanera. Evil y Master me miraron. El gato entornó los ojos y me dedicó una especie de maullido afónico, propio de gatos mimados, que parecía apremiarme. Salí corriendo.
Llegué a casa sin aliento. Y mi padre, alarmado, me preguntó qué ocurría. No quise explicárselo en ese momento.
-¿Está la tía de Fay?
-No, hijo. No la veo desde ayer y me dijo que no volvería hasta dentro de unos días.
Intenté recuperar el aire. Estar parado sin saber qué hacer me agobiaba aún más. Salí corriendo de nuevo mientras mi padre me llamaba. Desde luego mi comportamiento no le auguraba nada bueno.
Una parte de mí no dejaba de decirme que me tranquilizara, que Fay estaría bien porque era una poderosa guerrera, rápida y lista, pero como en realidad no sabía si estaba a salvo o no, alcanzar la calma era algo imposible.
Entré en casa de Fay y me dirigí a la biblioteca. Recordé la primera vez que vine a su casa. Una de las frases que me había dicho, en aquel mismo lugar, se me había quedado grabada: "Digamos que me lo han chivado".
-Por favor -dije en voz alta, sintiéndome estúpido-, decidme dónde está.
No sé porqué, pero las lágrimas se agolparon en mis ojos al pronunciar la pregunta. Supongo que decir en voz alta que no sabía dónde se encontraba lo hacía más real.
De reojo vi algo caer al suelo a gran velocidad. Se trataba de un libro. Miré a mi alrededor y me agaché a recogerlo. El libro estaba abierto por un capítulo llamado "Carrigcleena". Se trataba de un lugar, concretamente de una roca, que supuestamente era una entrada al Otro Mundo.
"¿El Otro Mundo?". Me lamenté.
Acto seguido, con el libro en una mano y la espada de Fay en la otra, volví a casa. Sabía que no podía seguir evadiendo a mi padre. Mientras le relataba lo ocurrido cogí la mochila y empecé a llenarla de ropa y luego de comida.
-¿Adónde vas con esa mochila? -me preguntó, entrando después de mí en la cocina.
-¿No es evidente?
Abrí una gaveta y saqué la macheta para la carne.
-¿Qué vas a hacer con eso? -preguntó mi padre alarmado.
-No lo sé -admití encogiéndome de hombros-. Es por si acaso.
Subí de nuevo y cogí un par de cosas para el aseo y dos toallas de diferente tamaño.
-Hijo, Evan ¿porqué no esperas a Heather?
-¿A quién? -pregunté ensimismado, enrollando las armas en las toallas y atándolas con cordones.
-La tía de Fay.
-No. Por cierto, intenta llamarla por favor. Después dame su número.
-Sé lógico. Si Fay no hubiera sido capaz de arreglárselas sola, ¿qué vas a hacer tú?
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Los Monstruos me llaman. 2ª parte de Pídele ayuda a la bruja.
FantasyEvan y Fay están aprovechando el hecho de que su vida, por lo pronto, se desarrolla como la de cualquier otra pareja de su edad, disfrutando del verano antes de ir a la universidad, entre otras cosas tales como hablar del fastidio que es Woody o de...