Viernes
–¡Hedy! ¡Los chicos están aquí! –anunció mi padre.
La situación me parecía tremendamente rara. Mi padre, con una mujer en casa. Y esa mujer, amante, lío o lo que fuera, era la tía de mi novia. Si tenían un hijo sería mi hermano. Y si nosotros teníamos un hijo, mi hermano sería su tío y a la vez primo de Fay. Muy confuso. Me ahorré el comentario.
–¿Queréis algo? ¿Un té? –ofreció, soltando la mochila de ella y desapareciendo en la cocina.
–¡Fay! –la llamó mi hermano, lanzándose a sus brazos.
–Has crecido –observó ella.
–Solo un poquito.
–Bueno, ya está –interrumpí, separándolos –. Deja espacio al espíritu santo.
Fay torció el gesto.
–Como si tú lo hicieras... –comentó Woody con descaro, mientras se sentaban en el sofá.
–Eso son cosas de adultos.
–Ya tengo ocho años, no soy tan niño.
–Pasan de los siete y se creen que ya no son niños. Pasan de los diecisiete y se creen adultos –opinó mi padre.
Mi progenitor no nos estaba hablando a nosotros, sino a Heather. Descendió los últimos peldaños de la escalera tan grácilmente como una actriz. Solo tenían ojos el uno para el otro.
No se oía ni un ruido, como si tuviésemos miedo de interrumpir.
Fay carraspeó. Estaba tan tensa como un bambú a punto de romperse.
Su tía cogió una taza de la bandeja que llevaba mi padre en las manos. Fay se levantó y salió. Heather soltó la taza con resignación y fue tras ella. Yo les dejé unos metros de ventaja. Me encogí de hombros y salí a esperarla frente a la casa.
–¿Por qué me odias tanto? -quiso saber.
–¡Vienes aquí de repente e invades lo poco que tengo!
–¡Yo no invado nada! ¡Vine por ti! ¡Y me he quedado por ti, pero también por él! ¡Yo no te estoy quitando nada! ¡Estoy enamorada de Thomas!
Supongo que Fay se quedó tan estupefacta como yo. No las veía entre los árboles.
–¡Pues vale! –gritó por fin –. Pero no soporto verte. ¡Tuve que lidiar con la muerte de mis padres y todo lo que eso conllevó yo sola! ¡Tú ni siquiera apareciste! ¡¿Y ahora te presentas aquí y tengo que hacer como si nada porque te has enamorado?! Y eso si eres capaz de querer, claro.
Heather se marchó. Volvería cuando estuviésemos de vuelta en la universidad y así habría paz para todos.
Entendía a Fay, pero su tía parecía sinceramente afectada. Tenía la esperanza de que las dos arreglaran sus diferencias. De otra manera iba a ser imposible vivir en aquella casa. Al final iba a ser una ventaja asistir a la universidad.
Sábado
No dejaba de pensar en la conversación que habíamos mantenido de camino al pueblo.
****
Íbamos en el coche de regreso a casa. Yo seguía notando rara a Fay, pero ella no me había contado nada.
Comencé a mirarla de soslayo mientras conducía. Ella estaba concentrada escribiendo en un cuaderno que no parecía ser de la universidad.
–¿Qué escribes?
–Mi grimorio –contestó seriamente.
–¿Sí? Sería raro que tú no te acordases de algo.
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Los Monstruos me llaman. 2ª parte de Pídele ayuda a la bruja.
FantastikEvan y Fay están aprovechando el hecho de que su vida, por lo pronto, se desarrolla como la de cualquier otra pareja de su edad, disfrutando del verano antes de ir a la universidad, entre otras cosas tales como hablar del fastidio que es Woody o de...