Academia Shingeki

3- CUANDO EL ALBA LLEGA

Cuando el alba llega se puede ver el sol salir sobre la hermosa colina verde del este, y el gran astro la inunda con sus rayos haciendo resaltar su belleza.

Cuando el alba llega el inicio de otro ciclo comienza, abriendo paso a millones de posibilidades.

Cuando el alba llega los pájaros vuelven a emprender su vuelo para encontrar el camino de vuelta a su hogar.

Cuando el alba llega las penas se guardan en pequeñas cajas debajo de las camas, siendo ocultadas ahí hasta la llegada del amargo crepúsculo, el cual parece hacer sufrir a los humanos.

Cuando el alba llega todo lo que esperó durante la noche sale de nuevo, sea lo que sea.

Cuando el alba llega el llanto de la noche es obligado a desaparecer para ser la persona que uno es realmente.

Cuando el alba llega la mujer de un ojo se pasea entre las zarzas secas junto a su amado esposo, pues ya no hay guerra que los libros deberían contar.

Cuando el alba llega el esposo de la mujer de un ojo ya no se tiene que ocultar del viento como si fuera un vago sin hogar, pues lo andrajoso de su apariencia desaparece para volver a lo que es realmente.

Cuando el alba llega Eren Jaeger está junto a su ventana admirando la poca belleza que se permite apreciar. Y ese día, cuando el alba llegó, no fue la excepción.

Con pesadez evitaba cerrar sus ojos. ¿En qué momento la vida se había complicado? Tan solo recuerda que todas sus desgracias comenzaron cuando entró a la secundaria, si tan solo hubiera demostrado su fuerza en ese momento, no habría pasado nada de eso, ¿por qué no pudo defenderlo? ¿por qué no se pudo defender a si mismo? Si tan solo lo hubiera salvado... si tan solo se hubiera salvado...

Chasqueo la lengua al recordar aquello, y se obligó a ver de nuevo el paisaje, pues era una de las pocas cosas que lo tranquilizaban.

Un campo de olivo se extendía a lo lejos, vivir en las afueras de la ciudad siempre había sido grato para él, puesto que, el ruido que la gente provocaba al ir y venir por todas partes era molesto, y el aire estaba cada vez más pesado, pero ahí, donde vivía, no lo era, se respiraba con tranquilidad mientras que el ruido de los árboles y pájaros era lo único que se escuchaba.

Un poblado pequeño con pocas casas donde todo mundo se conocía. El lugar perfecto para vivir en paz.

El campo de olivo se encontraba junto a un bosque y este se ubicaba a los pies de una hermosa montaña, la cual era igual de verde y bella, para su desgracia muy pocas personas se dignaban a ir a ese lugar, ya que se tenía que pasar junto al campo, el cual les pertenecía a dos familias que no tenían nombre ni rostro, tan solo sabía entre la comunidad que los dueños tenían hijos, nada más.

 Una vez, cuando tenía ocho años, había intentado entran al dichoso campo para poder abrirse paso al bosque, y después a la montaña, intentó brincarse el gran muro rodeaba a las plantaciones de olivo, sin embargo, en un mal paso terminó cayendo junto a los perros guardianes, tuvo mucha suerte, y agradeció su habilidad nata para saltar sobre cosas, pudo escapar del lugar antes de que los animales lo atraparan.

Jamás volvió a intentarlo, temía ser mordido.

La plantación estaba a 30 minutos de su casa caminando, era un buen recorrido para hacer ejercicio.

 Su hermano mayor, Zeke, le dijo que una vez pudo entrar a la hacienda sin que lo atraparan, diez kilómetros de puros olivos era lo que había en ese lugar, claro, después estaba el bosque al que tanto ansiaba ir, y la montaña tan hermosa que se encontraba ahí.

- ¡Eren! ¡Es hora de levantarse! – gritó su madre desde la planta baja.

El castaño chasqueo la lengua al escuchar el grito de Jaeger mayor. No quería ir a la escuela, nunca quería hacerlo.