Capítulo 9: Delirios de la carne.

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Autos abandonados con alarmas que sonaban y luces centellantes reflejaban aquella imagen bajo la lluvia con solo por testigos los simples cuerpos esparcidos.

Sangre.

Sangre por doquier.

El brutal escenario tenía por protagonista a la delgada figura que miraba al cielo y dejaba que la lluvia empapara sus sentidos, aquella pequeña figura sonreía plácidamente, como ángel en pinturas de capilla. De esas pequeñas manos se desprendieron aquel par de pistolas con las que había disparado a cada uno de los cuerpos esparcidos en el suelo, el rebote en el suelo no dio resultado a nada, los cartuchos fueron vaciados y solo eran adornos peligrosos.

La mirada que Henry le dedico era la misma con la que siempre la observo a lo lejos, como pajarillo que mantenía cautivo solo por su propio bien. Siguió mirándola, ilusos ellos que la llamaron cachorra, en realidad el acto de matar era solo algo más que había aprendido en esta vida.

Un medio para un fin.

Un estilo de vida.

Una necesidad.

El movimiento de los hombros de la joven llevo a una risa histérica que se escuchó por todo el lugar.

No miraron.

No podían.

Demente, loca, le temían a aquella lunática mascota del Amo. Bajaban la cabeza, nadie siquiera reparo en el aspecto de lo que creían un chico demasiado lindo.

Los de la Torre limpiaban a su alrededor antes de que realmente le prestara atención a lo que ocurría a su alrededor, aun la adrenalina corría por sus venas quemándola.

Henry se detuvo frente a ella.

La miro con esos ojos tan expresivos que pocas veces mostraba emociones. Demasiado fríos ambos, quizás fue su culpa dibujarla a su semejanza, se culpaba de aquella locura en la que se sumía.

Camisa remangada y manos en los bolsillos, no esperaba que ella saliera tan fácil del trance en que se encontraba, la lluvia volvía a intensificarse y solo la vio dejar que las gotas de agua corrieran por su cara y su cuerpo mojado aun respiraba, aún estaba viva ahí de pie con toda esa adrenalina dentro de ella.

- ¿Quieres llorar? – sin respuesta – Nadie lo sabría.

El también levanto su rostro y dejo que la lluvia lo empapara.

¿Acaso dejaría de llover aquella noche?

Dio muestras de reaccionar, salía de su trance cuando observo sus manos envueltas en tela manchada antes de notar que comenzaba a respirar agitadamente. Su cuerpo magullado era la respuesta de la lucha en la que fue protagonista, la locura que la envolvía la convertía en una persona diferente cuando el calor de la pelea se intensificaba, la quemaba, volvió a sonreír.

Necesitaba más, mucho más.

Frenética entre toda su locura busco en su cuerpo donde guardo sus armas.

Loca, presa de esa locura que le daba una razón para vivir.

- Salgan de aquí. – solo esa orden - ¡Ahora!

Ninguno, ni uno solo de los miembros de la Torre discutió la orden dada.

Al escuchar su voz la chica había volteado y se le quedo mirando, quieta, inerte.

Aquellos ojos llenos de tristeza, recordó la última vez que los había visto, también fue la última y la única vez que había tocado a Silvara.

Sr. NueveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora