- ¿Dónde está?
¿Qué decir?
No sabrían cómo contestarle.
Silvara era independiente, sabia cuidarse sola, nunca fue necesario saber los pasos de la Sabueso. Sobre todo, con el hecho de que solo Ren sabía que era una chica, los demás le veían como un niño antisocial, apático y solitario.
Otro estruendo, la silla pateada.
Henry Jiu se quitó la chaqueta y la corbata, la que tiro a un lado en medio de su ira, las venas de su cuello estaban a puno de explotar, solo Ren parecía entender la actitud del Jefe. Aun así, continuo solo mirando desde un rincón de la habitación, sin preocuparse de más.
¿Cuánto más podría reprimirse?
Desde el momento en que salieron del sótano hasta que llego solo le dio tiempo a limpiarse las manos y ponerse una camisa, aun se veía sucio y extraño con ese aspecto desaliñado.
Siguió en su lugar, con ese aspecto, mirando simplemente hasta que el jefe se fijó en él.
- ¿Dónde está?
Silencio.
El continuo silencio perduro aun y cuando el golpe de los objetos lanzados no se detuvo. No sabía cómo contestar, revisaron las cámaras de vigilancia, en ellas solo se veía salir una mujer.
Una mujer de aspecto juvenil y seguro, una que sabía bien donde estaban todas y cada una de las cámaras, en ellas solo pudieron comprobar su andar confiado. No se veía nada, no había nada que ver, conocía bien los puntos ciegos y los utilizaba bien. Algunos la conocían de vista, asumían que era una de las invitadas de Ren, los de seguridad anunciaron que tenía un pase.
Un pase.
Una contraseña.
Pero sin un nombre ni una cara.
Solo quedaban incógnitas, pero debían entregar respuestas que no tenían.
No entendían, pero no preguntaron, no podían. El único que se mantenía neutral ante toda aquella situación era Ren, imparcial como siempre dijo palabras que el jefe quería escuchar, esta no fue la excepción.
- Puede cuidarse, ¿Qué importa dónde este?
Ren hablo, de la nada todos lo miraron.
La conocía.
- Conoces las reglas, mis reglas.
Reglas que solo lo beneficiaban como siempre.
"Cuando yo quiera y donde lo necesite" típico de su jefe mal humorado. Su principal regla era mantenerla cerca de él. El sabueso se acercó y mostro una tarjeta negra, pero se negó a entregársela al jefe.
No comía ni dejaba comer.
- Sé dónde debe estar. Dos veces por semana va al mismo lugar. – la tarjeta mostraba el nombre del local, solo que este ni siquiera se movió de donde estaba sentado – no le voy a decir, ha limpiado su rastro, tanto que ni usted sabía de sus escapadas. Este es un lugar seguro.
No fue extraño escuchar el sonido del cristal romperse, la botella frente a este fue tomada y tirada contra la pared.
No fue una alucinación.
Intento lanzársela a su cabeza.
- Búscala.
- No.
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Sr. Nueve
Roman d'amourLos Numerales, los 17 señores de los Distritos en el Reverso, su sola presencia representa el poder y la muerte. Silvara es una desertora, hija de un carroñero y ahora con apenas 20 años es la mano derecha del Señor Nueve, la llaman "Parca" y a sus...