Como creadores bloqueados a menudo nos sentamos en las gradas criticando a quienes están jugando el partido: «Pues tampoco tiene tanto talento», podemos decir de un artista que está en la cresta de la ola. Y puede que tengamos razón, pues, con demasiada frecuencia, es la audacia y no el talento lo que lleva a un artista a una posición de privilegio. Como creadores bloqueados, tendemos a sentir animosidad hacia esos falaces chupa cámaras. Puede que seamos capaces de sentir deferencia hacia los verdaderos genios, pero si lo que estamos viendo es que sólo son genios de la autopromoción, sentimos mucho resentimiento. No son celos. Es una técnica de ahogamiento que refuerza nuestra parálisis. Hacemos discursos para nosotros mismos y para otras víctimas voluntarias: «Yo podría hacer eso mejor, si sólo...».
¡Podrías hacerlo mejor si te permitieras hacerlo!
Las afirmaciones te ayudarán a que te consientas hacerlo. Una afirmación es la verbalización de una creencia positiva, y si conseguimos que estas autocharlas positivas se nos den una décima parte de lo bien que se nos dan las autocharlas negativas, notaremos un cambio enorme.
«Las afirmaciones son como recetas para ciertos aspectos de ti mismo que deseas cambiar». JERRY FRANKHAUSER
Las afirmaciones ayudan a lograr una sensación de seguridad y esperanza. Cuando empezamos a trabajar con afirmaciones, tal vez sintamos que son una tontería. Que son chungas. Que dan vergüenza ajena. Qué interesante, ¿verdad? Somos capaces, sin vergüenza alguna y con mucha facilidad, de martirizarnos con afirmaciones negativas («no tengo suficiente talento/suficiente inteligencia/suficiente originalidad/suficiente juventud...»), pero decir cosas agradables sobre nosotros mismos resulta especialmente difícil. Al principio la sensación es horrible. Inténtalo y comprueba lo terriblemente almibaradas que suenan éstas: «Me merezco el amor»; «me merezco que me paguen bien»; «me merezco una vida creativa gratificante»; «soy un artista brillante y con éxito»; «tengo un abundante talento creativo»; «soy competente y tengo confianza en mi trabajo creativo».
¿Levantó las orejas tu Censor particular? Los Censores odian cualquier cosa que se parezca a la verdadera autoestima. De inmediato empiezan con la rutina del impostor: «¿Quién te crees que eres?». Es como si todo nuestro inconsciente colectivo se quedara despierto por las noches viendo 101 dálmatas, de Walt Disney, y practicando las habilidades de Cruella DeVille para la crítica mordaz.
Prueba simplemente a escoger una afirmación. Por ejemplo: «Yo, __________ (tu nombre), soy un ceramista (pintor, poeta o lo que seas) brillante y prolífico». Escribe eso diez veces seguidas. Mientras estás ocupado haciéndolo ocurrirá algo muy interesante. Tu Censor empezará a poner objeciones: «Eh, espera un momento. Delante de mí no puedes decir todas esas cosas positivas». Las objeciones empezarán a saltar como tostadas quemadas. Son tus reproches.
Escucha bien esas objeciones. Mira esos feos y torpes reproches: «Brillante y prolífico... Ya, claro... ¿Desde cuándo?... Si ni siquiera sabes escribir sin faltas... ¿A este bloqueo lo llamas prolífico?... Te estás engañando a ti mismo... Eres idiota... Tienes delirios de grandeza... ¿A quién pretendes engañar?... ¿Quién te crees que eres?». Y tal y cual.
Te asombrará comprobar las cosas tan desagradables que tu subconsciente es capaz de desembuchar. Escríbelas. Este material que callas en tu subconsciente es la señal indicadora de tus creencias negativas básicas. Las críticas guardan la llave de tu libertad en sus feas garras. Haz una lista de tus reproches personales.
«El encuentro de dos personalidades es como el contacto de dos sustancias químicas: si se da una reacción, ambas se transforman». CARL GUSTAV JUNG
Es hora de hacer un poco de trabajo detectivesco. ¿De dónde vienen tus reproches? ¿De tu madre? ¿De tu padre? ¿De algún profesor? Cuando utilices tu lista de críticas examina tu pasado para encontrar posibles fuentes. Al menos unas cuantas surgirán con violencia de tu memoria. Una forma efectiva de localizar las fuentes es viajar en el tiempo. Divide tu vida en periodos de cinco años y haz una lista de las mayores influencias que recibiste en cada etapa.
ESTÁS LEYENDO
El camino del artista
Teen FictionEl camino del artista nos enseña a crear con mayor libertad a través de la utilización consciente de una serie de herramientas que nos ayudarán a terminar con el bloqueo creativo... Una obra necesaria para escritores, poetas, actores, pintores, músi...