Enfemedad infecciosa

7 2 2
                                    

—¿Hugo? ¿Eres tú?

Estoy segura de que es ese número.

<<Por favor, que sea correcto>>

—No, es su jodido clon ¿Qué demonio quieres?

Cierro los ojos y cuento hasta el cinco para evitar mandarlo a la mierda.

—Necesito que me vengas a recoger. —murmuro entre dientes

—¿Te perdiste? ¿Acaso tienes cinco años?—se burla

—Escucha, imbécil. Necesito que me recojas porque gracias a ti no tengo auto y estoy con dos niñas pequeñas en un puto parque a la seis de la tarde. Me duelen los pies y tengo hambre así que mueve tu trasero hasta aquí y recogeme.

¡Uff! Fue gratificante soltarlo todo.

—¿Si? —pregunto al no tener respuesta a mi monólogo furioso

—¿Hugo? ¿Estás ahí?

Colgó. El muy puto colgó.

¿Qué hago ahora?

Las niñas están cansadas, tuve que darle de los chocolates que guardaba en una de las mochilas. Estoy agotada física y mentalmente. Necesito pensar en lo transcurrido en las últimas horas.

Vuelvo a intentar llamar, me da apagado. Intento con mi amiga, tampoco funciona. Estoy segura que Cam me auxiliaría en estos casos. Lo extraño tanto.

—Jill, estoy cansada —murmura Lee rascandose los ojos.

—Yo tengo sueño ¿Cuándo nos vamos? —dice Molly

¡¡Jooooderr!! Estoy a punto de echarme a llorar. Falta poco para que anochezca y a esta hora el tráfico es un asco.

Mis padres no criaron a una perdedora, debo pensar en algo para llegar a tiempo a casa, darles algo de cenar, bañarlas y dejarlas como nuevas.

Le mando un mensaje de voz al que se hace llamar mi tío. Pongo en uso todas las tácticas aprendidas con el pasar de los años.

Una hora más tarde me encuentro despidendo a los señores Johnson en la puerta de mi casa. Después de avisarles de que hubo un cambio de planes, llegaron a recoger a su hija.

—Muchas gracias, Jill. Recuerda que si necesitas algo avísanos.

—De acuerdo, señora Johnson. Quería comentarle que me iré por un tiempo. Necesito tomar unas vacaciones— explico—Ya sabe, antes de comenzar la universidad. Mamá se va por un mes a Italia y me pidió que descansara un poco ¿me entiende?

—Bueno, no me lo esperaba, veremos que podemos hacer. ¿Me puedes recomendar a alguien?

—No, lo siento.

Me despido de la niña y tras darle un beso en la mejilla y susurrarle al oído que guarde nuestro secreto, se marchan en auto.

Carraspean a mi espalda, me giro y veo a un Hugo verdaderamente enojado.

—Cambia esa cara. Deberías sopesar la idea de ser bondadoso a veces.

Paso por su lado y antes de llegar a las escaleras dice:

—Espero que sepas las consecuencias que traerá esto.

Finjo pensar

—Créeme que lo sé.

**%**%**%**%**%**%**%**

"Verás como ni nos extrañaras" esa frase dicha por mi madre justo antes de abordar su vuelo sigue en mi cabeza. Nunca me había separado de ellos por tanto tiempo y estoy segura de que los extrañaré muchísimo. Somos una familia pequeña, al fin y al cabo conformada por cuatro integrantes y cada uno con una personalidad distinta.

Bésame como si me odiaras Donde viven las historias. Descúbrelo ahora