Volverás a ser mía

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Connor

Usualmente dicen qué hay personas que parecen tener ojos en la nuca, nunca supe lo que significaban semejantes palabras y por qué regularmente recurían a esta peculiar frase popular.

Supongo que el propio cerebro es consciente cuando se siente observado. Muchos suelen referirse a que tal fenómeno solamente sucede cuando ambas personas sienten una conexión especial, más sin embargo en defensa a los ignorantes como yo debo decir, que es completamente diferente a cuando pasas sin camiseta delante de unas chicas, sabes que te observan, que te comen con los ojos mientras tu continuas de camino a tu destino. Es distinto a cuando sientes la vaivén de las olas y sabes que todos te  observan, que captan todo movimiento que realizas desde que te subes a la tabla.

El solo hecho de sentirse observado debería pertubarte por sí solo, pero conmigo no sucede, estoy tan acostumbrado a sentirme observado, que a veces lo olvido incluso, cuando estoy solo.

Sé quién es, no tengo que recurir estúpidas adivinanzas para saber que es ella quien observa delicadamente todo movimiento.

Sonrío, realmente sonrío.

Se sabe mucho acerca de los laberintos emocionales esa encrucijada donde debates contigo mismo los aspectos verdaderamente importantes de tu vida.

En estos instantes me encuentro en ese estado en el qué dices:

<<¿Qué demonios estás haciendo? Piensa con la cabeza de arriba. Está fuera de tu alcance. Tiene novio.>>
Entonces me pregunto: ¿Desde cuando a Connor Smith le ha importado qué una chica tenga novio?

Quieres jugar, pues juguemos.

Giro mi cuerpo, quedando frente a su campo de visión, sé que me observa, aún con los ojos cerrados siento su mirada penetrante

Paso mis manos por mis abdominales, siento como los músculos se contraen con mi toque. Dejo que los rayos del sol golpeen mi piel, levanto mis brazos y coloco las palmas de las manos detrás de mi cabeza, siento mis bíceps alzarse, simulo un bostezo. Apuesto mi fideicomiso a qué se está lamiendo los labios. Siempre lo hace.

Joder, esos labios.

<<No pienses en su labios>>

Lo menos que quiero es que mi cuerpo reaccione a semejantes pensamientos.

Toma todo de mí, no abrir mis ojos, fijarme en los suyos a la distancia y dedicarle una mirada pícara, llena de deseo.

<<Te daré todo un espectáculo en el cual pensar. Voy a perturbar tus sueños, Rojita.>>

Paso mi mano izquierda por mi pecho, plenamente consciente de qué debo actuar natural.

Apuesto mi tabla de surf a que está roja como una linda cereza.

Hago como si tuviera comezón en la cadera izquierda, bajo un poco el short y la dejo ver mi tatuaje.

Siento un estruendo y sé que es ella cerrando el balcón. Se ha ido.

Es tan malditamente predecible.

Vuelvo a sonreír, esta vez mi decisión está tomada.

<<Volverás a ser mía Jill, justo como cuando teníamos diez años>>

Bésame como si me odiaras Donde viven las historias. Descúbrelo ahora