Capítulo 5

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-La cena está lista- anuncia Stephen.

Se acerca al sofá donde estoy acostada viendo una película y extiende sus manos para ayudarme a levantarme.

-Gracias-sonrío- huele muy rico- digo acercándome a la mesa.

Ya hace unas semanas que me he mudado al piso de Stephen, él no vive aquí pero viene a hacerme la comida ya que últimamente ya no soy capaz de hacer casi nada por el peso de la barriga y el agotamiento.

-Se me olvidaron las servilletas- dice-ahor...

-Nono, yo voy por ellas- me levanto y entonces siento un dolor muy fuerte.

-Sa...mmy...-dice Stephen mirando al suelo, sigo su mirada y veo un gran charco.

-Creo que la bebé ya viene- lo miro.

Stephen se queda pálido y se levanta rápidamente.

-Subo a por el bolso y te traigo algo para cambiarte-dice y corre escaleras arriba.

Me apoyo en la mesa sin dejar de mirar el charco, miles de cosas pasan por mi mente. Cuando Stephen baja me ayuda a cambiarme lo más rápido posible y nos vamos al hospital. Por el camino llamo a mi hermano para avisarlo y que nos encontremos ya en el hospital. Cada vez las contracciones son más fuertes, al llegar al hospital Stephen aparca delante de la puerta de urgencias y sale a pedir una silla de ruedas, con él vuelve un médico con la silla y me ayudan a bajar del coche.

-Aparco el coche y vengo- me dice Stephen y asiento como respuesta.

El médico me lleva a una habitación donde me ponen una bata, me ponen los monitores y me revisan, al poco tiempo legan Stephen y mi hermano.

-¿Cómo estáis?- preguntan.

-Estoy dilatada de 3cm, aún hay que esperar hasta dilatar 7cm más-respondo.

-Oye Sammy...- dice Stephen acercándoseme- sé que querías que estuviese tu hermano contigo pero...¿ me dejarías estar a mí en el parto?- pregunta nervioso.

-Claro que sí, no puedo negarte ver nacer a tu hija- sonrío y él me devuelve la sonrisa y besa mi frente.

Tardan una hora en volver a revisarme, la cual paso retorciéndome de dolor, Stephen está desesperado caminando de un lado a otro de la habitación.

-¿Pueden ponerle ya la epidural?- pregunta al médico en cuanto entra.

El médico me mira y yo rezo para que la respuesta sea un sí.

-Primero déjame revisarla- responde- está bien, estás dilatada de 4cm, ahora te pondremos la epidural- sonríe amablemente.

-Muchas gracias- sonrío aliviada.

No tardan mucho en aparecer varias enfermeras para prepararme y ponerme la epidural, me siento nerviosa porque tengo miedo de que duela mucho realmente, de pronto una enfermera se para frente a mí con una sonrisa.

-¿Estás asustada, verdad?- me mira.

-Yo... un poco- sonrío rascándome la nuca.

-No te preocupes, les pasa a todas y realmente no es nada.

-Peor que el dolor que tengo ahora mismo dudo que sea-río y ella se acerca a apretarme la mano con ternura.

Stephen está delante mía observando como las enfermeras van y vienen, tiene el ceño fruncido y los brazos cruzados, alguna gota de sudor recorre su frente.

-Stephen-lo llamo y automáticamente pone su mirada sobre mí- ¿puedes venir a darme la mano?

-Horas después-

Ya está aquí. En cuanto la escuché llorar no pude evitar echarme a llorar.

La ponen en mis brazos y observo hasta el  último detalle de su pequeño cuerpo, acaricio sus manitas y ni así me creo que esto sea real y la tenga conmigo.

Nunca pensé que conocería al amor de mi vida así... en una cita a ciegas, pero sin duda es lo mejor que me ha pasado en la vida

-¿Puedo?- dice Stephen.

Asiento y la dejo con mucho cuidado en sus brazos. Él también llora, aunque no tan exagerado como yo, no puedo evitar sonreír ante la imagen.

-Es preciosa-susurra- esto...wow...

-Bueno, algo teníamos que hacer bien- sonrío.

-Lo has echo genial- me mira y vuelve a mirar a la bebé y esta hace un sonido al bostezar- eres el amor de mi vida-susurra.

El chico malo 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora