Capítulo 4

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Suena mi teléfono y veo que es Stephen, llevo sin saber nada de él desde el día de la cita médica, fuimos de tiendas y compramos de todo o incluso más de lo que un bebé pueda necesitar, de esto han pasado como 3 o 4 días.

-Hola- respondo.

-Hey ¿estás haciendo algo?

-Pues no la verdad, estoy en cama viendo una serie ¿por qué?

-Te recojo en 10 minutos... perdón... quería decir si te parece bien que te recoja en 10 minutos...- dice nervioso

-¿Es necesario vestirme?- pregunto- es que estoy muy calentita en pijama.

-No, no es necesario, sólo ponte un abrigo para no enfriarte al venir al coche- responde- estoy llegando baja.


Me levanto, cojo un abrigo y las botas y bajo hacia el salón.

-Stephen viene por mí, me voy- anuncio a Marcos.

-¿A dónde crees que vas con ese chico? Capaz es de embarazarte- se burla.

Ruedo los ojos y me dirijo a la entrada, Stephen ya está aparcado enfrente y corro un poco para no enfriarme mucho.

-Tampoco era necesario correr- sonríe- ¿tantas ganas tenías de verme?.

-Hace mucho más frío del que me esperaba- miro mis manos nerviosa- ¿a dónde vamos? 

-A mi casa, quiero enseñarte algo.

Asiento como respuesta y subo la radio que apenas se escuchaba.


Llegamos a su casa y cuando abre la puerta me sorprendo de ver que todo está limpio, no hay botellas tiradas por todos lados, ni un ápice de olor a marihuana y nada de vasos rotos por ahí... simplemente sorprendente.

-Ven, subamos- dice.

Comienza a caminar escaleras arriba y yo camino detrás de él preguntándome que demonios querrá enseñarme.  Al llegar arriba, abre una puerta y entramos en una habitación.

No puedo evitar quedarme con la boca abierta, es una habitación para la bebé donde montó todo lo que le compramos el otro día, ha pintado las paredes de azul celeste que combina perfectamente con los muebles blancos y beige.

-Te...¿te gusta?- me mira nervioso- Puedo cambiarlo si quieres- baja la mirada.

-No por dios- respondo inmediatamente- está todo perfecto Stephen... dios mío- sin poder evitarlo me vuelvo un mar de lágrimas.-

¿Estás bien? ¿Qué es lo que no te gusta?- pregunta alarmado.

-Na...nada está todo... es perfecto Stephen de verdad- lo abrazo y él me rodea con sus brazos.

-¿Entonces lo he echo bien?

-Lo has clavado papá- lo miro sonriendo.

-Me...- intenta hablar.

-Sí, me ha salido así, olvídalo.

-Me gusta como suena- sonríe y me abraza de nuevo.

Sonrío y camino hacia la hamaca que hay al lado de la cuna, creo que en ningún momento he dicho que vayamos a mudarnos las dos aquí aunque entiendo que él lo haya dado por supuesto pero en este momento al ver todo lo que ha trabajado en estos días por hacer esto... soy incapaz de decirle nada.

-No tendrás que vivir conmigo si no quieres- dice como si me hubiese leído la mente, eso siempre se le dio muy bien.

-Stephen... yo... es que no habíamos hablado nada de esto y... que la habitación está perfecta pero...

-El piso- me interrumpe- será para vosotras, no para mí.

-¿Qué?- respondo soprendida.

-Mira, vives con tu hermano... que no tiene nada de malo pero él necesita su espacio y no vivir día y noche con el llanto de un bebé- comenta- asique este piso será para vosotras, yo me iré para otro lado y vendré aquí siempre y cuando quieras o me necesites.

De nuevo vuelvo a ser un mar de lágrimas.

-Eso... eso es algo muy bonito Steph... de verdad- sollozo.

Stephen se acerca y se arrodilla ante mí para abrazarme.

-Por vosotras hago lo que haga falta Sammy, sólo quiero daros lo mejor, de verdad.

Asiento y agacho la cabeza en su cuello intentando parar el llanto.

-Ven- dice ayudándome a levantarme- bajemos a comer algo para que se te pase- sonríe.

El chico malo 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora