CAPÍTULO V

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Pasaron las horas, o al menos, a ellos les pareció horas ya que los escalones subían con la misma velocidad con la que una nube se forma en el cielo. No obstante, ya habían llegado a un punto altísimo en el que mirar abajo provocaba acrofobia.

Hace rato las películas habían quedado atrás, ahora una luz blanca y tenue les pegaba desde arriba. Todo ese tiempo estuvieron conversando sobre temas diversos.

—¿Hace cuánto que vivís en ese faro?

—Me mudé hace dos años, estaba cansada del stress de la ciudad y decidí ir a vivir a un lugar más relajado.

—¡Vaya lugar relajado, lleno de esas endemoniadas copias baratas de mi persona! —pensó Edward, pero siguió preguntando—. ¿Cómo?, ¿entonces hay una ciudad?

—Sí, más arriba, se llama Conciencia. Es la ciudad donde conviven la mayoría de las personas que has conocido junto con las neuronas.

—Guau, me gustaría ver eso. Por cierto, ¿falta mucho para llegar a la cima?

—¡Ya estamos cerca!

En efecto, ambos vieron que se estaban acercando al final de la escalera y pudieron apreciar una gran puerta de madera de ébano que se encontraba cerrada. Los peldaños siguieron subiendo hasta que llegaron a la cima.

—¡Al fin! —exclamó Edward.

—¡Vení! ¡Vamos a entrar! —invitó Sidney y abrió la puerta de par en par.

La puerta conducía a una enorme biblioteca de blancas paredes y techo gris que contaba con altísimos estantes ubicados de forma muy ordenada y éstos estaban repletos de libros. Al ver las dimensiones de la biblioteca, Edward se sintió como en un laberinto, e ingresando, preguntó:

—¿Qué es este lugar?

—La Biblioteca de los Recuerdos —respondió Sidney caminando a su lado.

—¿De los recuerdos? —repitió Edward.

—¡Sí! ¡Esperá te muestro!

Sidney tomó un libro de uno de los estantes, lo abrió por la mitad y se lo enseñó. Pero no era un libro de texto, cada una de las páginas parecía ser una pantalla de televisor en la que se reproducían los recuerdos de la vida de Edward. En el caso de la página en la que Sidney se detuvo, se reproducían recuerdos de los seis años, jugando en un parque; siempre desde la perspectiva de los ojos de Edward.

—Es curioso —comentó él—: ni siquiera recuerdo eso.

—Tal vez no tenga tantos conocimientos como Ellie, pero puedo explicarte algunas cosas sobre este lugar. En esta biblioteca se almacenan todos tus recuerdos, incluso desde antes de tu nacimiento hasta ahora. Cada segundo de tu vida está registrado en estos libros. Si alguna vez te pasa que olvidás algo es porque muchas veces tu mente no lo considera un recuerdo relevante y lo deriva a la parte más profunda de la biblioteca, dejando los recuerdos importantes en un lugar más accesible; o simplemente, porque ya es un recuerdo muy antiguo. Cada página representa una hora de tu vida. Un año tiene trescientos sesenta y cinco días y un día tiene veinticuatro horas. Como vos tenés diez años tendría que ser 365x10, lo que da un total de tres mil seiscientos cincuenta libros y como cada libro tiene veinticuatro páginas sería 3.650x24, igual a ochenta y siete mil seiscientas páginas.

—¡Increíble!

—Por supuesto que no es un cálculo exacto porque para ello tendríamos que tener en cuenta a los años bisiestos y el hecho de que no sumamos los días que vinieron desde que cumpliste los diez, pero es una cifra aproximada.

VIAJE AL CENTRO DE LA MENTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora