Es interesante observar el comportamiento humano, más aún cuando la vida de alguien cercano pende de un hilo, como es el caso de los que habían acompañado a Edward mientras él se encontraba en coma. A todos ellos se los veía cansados, esquivos y con grandes ojeras. Pero la pesadilla había llegado a su fin. Edward, en la cama, empezó a mover suavemente los dedos de las manos y los pies; Sidney fue la primera que lo notó.
—¡Edward está despertando!
Todos lo miraron esperanzados. Edward abrió los ojos y recibió el impacto de la luz, parpadeó un par de veces para ir disminuyendo esa sensación. Quiso moverse y sintió que el cuerpo le dolía por haber estado en la misma posición tanto tiempo. Venciendo a la incomodidad, se sentó en la cama y miró a todos los presentes; había vuelto.
Los que estaban a su alrededor lo miraron atónitos pero no dijeron nada, prefirieron que fuera Edward quien rompiera el silencio. Entonces él sonrió y les saludó débilmente:
—Hola.
Recién allí reaccionaron estallando de alegría. Mary abrazó fuertemente a su hijo y él le correspondió. El doctor sólo pudo decir entre risas:
—¡Muchacho, no sabés lo que nos hiciste pasar! Tengo que reconocer que en toda mi carrera nunca me había topado con un caso tan extraño.
—Supongo que no —respondió y luego de una pausa agregó—. ¿Por eso intentaron matarme?
—¡Edward! —respondió Mary mirándolo.
—Ah... ¿entonces eso fue lo que te motivó a despertar? —preguntó el doctor sonriendo.
—Podría decirse que sí, y no puedo creer que ustedes hayan sido capaces de eso —respondió Edward quien empezaba a sentirse ofendido.
Entonces todos los presentes se destornillaron de risa. Edward se sintió incómodo.
—Sí, así es, muy gracioso —les dijo—. Sé que he sido bastante malo con ustedes últimamente pero nunca pensé que se rebajarían a eso.
Siguieron riendo. Edward empezó a irritarse. Finalmente, Sidney le preguntó:
—¿De veras lo creíste?
—¿Creer qué? —preguntó.
—Edward —empezó a explicar Mary—: todo lo de la eutanasia fue un truco para motivarte a despertar. Yo nunca dejaría que te hagan algo así.
Edward quedó perplejo unos segundos.
—A ver, ¿están tratando de decirme que todo fue una mentira? —preguntó al fin.
—Se le ocurrió al doctor —adelantó Antonio.
—En realidad —continuó éste—: fue idea de un colega que es psicólogo. Le conté de tu caso y nos propuso eso. Según él, por más que uno se encuentre en coma, la mente igual permanece alerta y por lo tanto sigue percibiendo los sonidos, los aromas, entre otras cosas. Por eso, al encontrarte en una situación en la que debías despertar para seguir con vida, inconscientemente intentaste recuperar la lucidez. No está probado científicamente, pero contigo ha funcionado.
—Pero... —continuó Edward sin poder creerlo—: ¡apagaron el respirador!
—Eso fue sólo para darle realismo, por supuesto que no íbamos a dejar que te faltara el oxígeno —respondió Steve.
—Pero los escuché hablar sobre la decisión de...
—Hijo —volvió a hablar el doctor—: tu faceta actoral lo sacaste de tu madre. Ella supo interpretar bien su papel cuando vinimos a hablar frente a vos. Cité a tu mamá en mi consultorio y le planteé la idea de fingir una eutanasia y como ella estuvo de acuerdo se lo planteamos a los demás quienes también quisieron participar. Todo lo que escuchaste fue actuado.
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VIAJE AL CENTRO DE LA MENTE
Teen FictionEdward Pullman es un niño que parece tenerlo todo: es rico, famoso y uno de los actores infantiles más renombrados de Hollywood. También es dueño de un vacío interior que lo hace muy infeliz y lo lleva a ser engreído y hostil con los demás. Un día...