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                                      ᭕ ·˚༘
Lee Minho era un chico no tan popular, pero sí con un gran grupo de amigos. Incluso su fama solo se debía a dos razones; su magnífica actuación, y sus llegadas tarde. Al pelinegro no le molestaba que lo tuvieran como el impuntual, pero odiaba cuando utilizaban aquel defecto suyo para avergonzarlo frente a una multitud, como para no tener que mencionar a sus profesores.

Lee Minho acostumbraba a llevar bandanas en la frente o atadas a su muñecas. Siempre con abrigos que le quedaban extremadamente grandes y cubrían sus manitas, mejor dicho manotas porque eran considerablemente grandes. A veces le gustaba maquillarse porque despertaba demacrado pero preferiblemente no le gustaba, decía que la base le sacaba más granos y la sombra le entraba al ojo ¡Era un desastre! Igualmente cuando se veía al espejo después de tanto sufrimiento no podía negar que se veía extremadamente guapo. O hasta que refregarse el ojo le pareciera la mejor acción que podría tomar en el día.

—¿Otra vez volviste a llegar tarde? ¡Nunca aprendes! ¿Qué estuviste haciendo ahora?

—Me quede jugando videojuegos hasta tarde ¡Pero tú no entiendes, Jeongin! Estaba pasando de nivel a nivel y es de mala suerte que dejes el juego después de una racha de victorias... No podía apagar... Además era online.

Jeongin y Minho no eran amigos de toda la vida, podían ir al mismo año pero no al mismo salón. Se conocieron ya que ambos asistían al taller de teatro y bueno, el tiempo fue pasando y su relación se benefició de ello. Terminaron compartiendo risas y momento hasta que simplemente, un día de esos, terminaron almorzando juntos y riéndose de lo mal que le quedaba aquella falda a una de las de primer año.

—¿Te empezaste a hablar con Felix? Literalmente cuando jugamos al Free Fire me dice lo mismo... Ah, malditos frikis... ¿Dios, por qué me traes amigos tan raros? —suspiró mirando el techo del salón de eventos.

Las clases habían terminado hace tiempo, Minho llegó a todas ellas en hora y recibió unas cuantas felicitaciones de parte del algunos. Era cuestión de tomárselo de broma de vez en cuando, Minho lo entendía.

Ahora esperaban que los que quedaban de sus compañeros del taller aparecieran para practicar la siguiente Obra a presentar en el festival de primavera, y un poco de la que venía en el festival del otoño... Y de paso tirar ideas para el de invierno ¿Por qué tantos eventos? Al menos a Minho le agradaba mantenerse ocupado y estresado, podía sacar de allí excusas para cuando volviera a llegar tarde. Nunca aprendía.

Al momento, las grandes puertas se abrieron llamando la atención de los pocos presentes. Siempre queriendo sobresalir, Bang Chan entró con la sonrisa más radiante que ayer pero menos que mañana. Bang Chan era un chico extremadamente egocéntrico consigo mismo pero de aquellos que no podías odiar porque eran de las personas más sociables con las que te podrías cruzar en la vida. No le afectaba tus comentarios porque siempre llevaba uno para devolver bajo el brazo, o en otro caso hacerle saber a todos que le caías mal para que también le cayera mal a ellos. Simplemente Bang Chan siendo el chico que no podías odiar por más que te dejara las suficientes razones servidas en bandeja de plata.

—Qué hubo manga de inútiles ¿Me extrañaron? Porque yo sí me extrañé a full en todo el día.

—Ve y barre el escenario, Chan —ordenó la profesor desde uno de los asientos del salón. Chan rodó los ojos y sin chistar caminó hasta la escoba a la vez que saludaba a todos los demás con la mano.

—Hoy es el día, Minho —susurró Jeongin, observando como el recién llegado barría el polvo del escenario.

—¿De qué hablas?

—Le diré que me gusta.

—¡¿Le dirás que te gusta a Chan?! —exclamó sin notarlo en voz alta. Jeongin abrió sus ojos más de lo normal y recorrió con la mirada todo el aula esperando que nadie hubiera oído a su estúpido amigo. Gracias a Dios que estaban sentados muy lejos del escenario y Minho no había gritado.
 
—Pero cierra el pico, pedazo de imbécil, y no, no le diré a Chan que me gusta... Se lo diré a Kim Seungmin.

—Yah ¿Tú también crees en esa historia de que es cupido? Solo es un chico normal, todo lo demás es pura casualidad...

—Eso lo dices porque siempre estuviste enamorado de él y nunca en tu vida vas a ser capaz de declararte. Piensa en esto, si le dices que te gusta desde que iban a Jardín probablemente terminen juntos... Además, no quiero ilusionarte pero... Siempre ve nuestras obras y aveces llega al último ensayo de algunas clases ¿No te pone nervioso que esté aquí por ti?

Minho siempre fue muy vergonzoso, y que su amigo le sacara en cara su fracaso en el amor lo ponía demasiado colorado. No le gustaba cuando sus mejillas tomaban un torno carmín, era difícil no poder ocultar lo que sentía porque sus rostro rojo lo delataba.

—¿Cómo crees que Seungmin viene por mí? Vamos al mismo salón por siglos y jamás me ha visto de otra forma que no fuera como su amigo.

—Pero al menos hablan... Te tiene presente, muchas veces los vi compartiendo lugares, Minho ¿Por qué dices que gustarle no es una posibilidad?

—Ni siquiera soy soy su amigo, Jeongin... Seungmin jamás se podría fijar en mí, pero estoy bien con eso.

—¿Estás bien con que tu crush de toda tu vida te ignore para siempre? —Jeongin podía ver el punto de Minho, porque él tampoco se sentiría capaz de ir y declararse a Chan como correspondía, prefería dejar todo a la suerte; o mejor dicho, en manos del famosísimo Cupido del instituto. Pero al menos lo intentaba, Minho ni siquiera se quería dar una oportunidad.

—¿No pensaste en declararte de forma anónima? Lo vi en en Love Simon, puedes mandarle algún correo por anónimo e ir conquistando su corazón ¡Imagínate que se enamore del chico de los mensajes que resultes ser tú, el chico que le gustaba de su curso!

—Pides mucho, Jeongin.
                            
A Minho desde que conoció a Kim Seungmin, su corazón nunca dejó de latir por él, por cada sonrisa y muestra de felicidad que le entregaba a la vida cada vez que lo veía. A veces no lograba entender por qué algunas personas le fastidiaba que Seungmin fuera un mister sonrisas, porque para Minho, ese mister sonrisas era una de las causas por las que siempre trataba de llegar a tiempo a las clases.

A cupido nadie lo quiere ➶ KnowminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora